Van a pensar que nos hemos vuelto todas locas, clamaba la escritora Carmen Posadas ante las necedades feministas. Pues no sé lo que dirá ahora al escuchar a destacadas miembras del feminismo, con la izquierdista sueca, Linda Snecker soltar la siguiente perla: "Como no podemos mirarte y saber si eres o no un violador, debemos asumir que todos los hombres son violadores... Y es por lo que los hombres deben asumir su responsabilidad colectiva. Todos los hombres". ¿Comprenden? Como no puedo saber si eres un asesino, eres un asesino y como tal debe tomarte. Al paredón contigo.  Y, además, tú debes asumir tu responsabilidad, aunque no hayas matado a nadie.

La gran pregunta del momento presente es esta: ¿Dónde está el límite de la necedad feminista? Está claro, la estupidez feminista no conoce límites. El feminismo no solo atenta contra el sentido común y la civilización, es que también atenta contra la razón y lo más grave es que nadie lo detiene, nadie se atreve a decir que el emperador va desnudo. 

Por lo demás, las feministas están creando un mundo de chiflados que hacen realidad lo que decía -solo que lo decía como ironía y ahora se convierte en realidad- el humorista británico Wodehouse: "La felicidad de un varón consiste en lo que sepa alejarse de las mujeres". Considerando que un grupo cada vez más numeroso de mujeres se encuentra aquejado de chifladura, la ironía parece convertirse en amenaza real.

Si a ello añadimos que el otro sexo, el de los varones, se está poblando de 'feministos', mucho me temo que la dolencia sea contagiosa y, lo que es peor, empieza a forjarse, alrededor de la ideología de género, la dictadura global del pensamiento único. Y se trata de una tiranía global.