• Traducido: los arrejuntados no pueden comulgar…
  • Salvo que decidan vivir como hermano y hermana.
  • Para los que duden: Familiaris Consortio 34.
  • Pero la confusión es grande y el peligro de cisma evidente.
Es el término de moda en el Vaticano, o entre los teólogos, o en la curia, o qué se yo dónde: Gradualidad. Sí, se ha convertido en moda al rebufo de, cómo no, el Sínodo de la Familia y la Amoris Laetitia (capitulo VII, ¡oh sí!). Lo digo porque algún lector de Hispanidad y no muchos -unos cuantos cientos de millones de católicos- parecen estar liados con el rigor con el que hay que aplicar la ley de que nadie puede comulgar en pecado mortal, es decir, que los divorciados y vueltos a casar, no es gradual. Lo que es gradual, y debería ser al alza, es el cariño con el que se trata a los susodichos arrejuntados. Pero la norma ni ha cambiado ni es gradual. Lo digo en palabras de Juan Pablo II en la Familiaris Consortio, para que no se molesten en buscar en el punto 34, mismamente: "Ellos (los esposos cristianos) no pueden mirar la ley como un mero ideal que se puede alcanzar en el futuro, sino que deben considerarla como un mandato de Cristo a superar con valentía las dificultades". Y ahora viene lo más clarito: "Por ello la llamada 'ley de gradualidad', o camino gradual, no puede identificarse con la 'gradualidad de la ley', como si hubiera varios grados o formas de precepto en la ley divina para los diversos hombres y situaciones. Aquí tienen el apartado completo. Así que mejor seamos poco graduales con los partidarios de las gradualidad: no tajantes. Porque la confusión crece en la Iglesia y el peligro de cisma es evidente. Eulogio López eulogio@hispanidad.com