Si niegas que la resurrección de Cristo, el único hombre que ha vuelto a la vida por su propio poder, es un hecho que, efectivamente, ocurrió en Jerusalén, hace más de 2000 años, no estás negando ni a la fe, ni a la Iglesia: estás negando a la historia. El hecho no puede estar más documentado. Soporta el análisis historiográfico como ningún otro suceso de la antigüedad, entendiendo por antigüedad todo lo ocurrido hasta nuestros días.

Así que puedes darle a la resurrección de Cristo el significado que quieras, pero negar que ocurrió es de necios: muy poco científico y, sobre todo, que es más importante, muy poco racional.