• Ideología de género: verdugos que aparentan ser víctimas.
  • Estamos ante un lavado de cerebro homosexualista a los niños: y todavía quieren que crea en la justicia.
  • Lo políticamente correcto ha cundido de tal forma que nadie se atreve a decir que el emperador va desnudo.
  • Estamos ante otra prueba de la blasfemia contra el Espíritu Santo: lo bueno es malo y lo malo es bueno.
  • La transexualidad infantil es buena, la naturaleza -y lo natural- es malo.
  • ¿Niños transexuales? Los que vosotros hayáis forjado. Los niños no piensan en cambiarse de sexo.
  • Si nadie nos ha pedido permiso para existir, ¿cómo iban a pedirnos permiso para nacer hombre o mujer?
  • Pero si hablamos de persecución, la blasfemia de Canarias es mucho peor.
Todo el follón del autobús de Hazte Oír (enhorabuena por vuestro coraje) puede resumirse así: en España, decir que los niños tienen pene y las niñas vulva te puede acarrear cuatro años de cárcel. bus Jamás he visto a nadie reaccionar con tamaña celeridad. Horas después de que, utilizando los instrumentos del Ayuntamiento de Madrid, doña Manuela Carmena -o sea, la fuerza bruta- inmovilizara el autobús (ver imagen), el fiscal explicaba ante las cámaras de TV -que mismamente habían pasado por allí- que a los organizadores del autobús de las obviedades, le podían caer hasta cuatro años de cárcel. Es decir, que en tan corto espacio de tiempo el señor fiscal ya había estudiado el caso, solicitado al juez que inmovilizara el autobús (cosa que hizo horas después) y amenazar a los autores con el artículo 510 del Código Penal, los famosos delitos de odio, que valen para un roto y un descosido, y la broma te puede salir por cuatro años de cárcel. Y el fiscal, por si acaso, se lo recuerda a Ignacio Arsuaga (en la imagen), el responsable de Hazte Oír. Ideología de género: verdugos que aparentan ser víctimas. Y es que contra los ultracatólicos (es decir, contra los católicos) todo vale. Vale incluso el consenso de políticos, medios informativos y tribunales. Y vale también la blasfemia contra el Espíritu Santo, que es la marca de nuestro tiempo. Es decir, que los buenos se conviertan en malos y los malos en buenos. Ejemplo: lo aberrante no es que el Gobierno pepero de la Comunidad de Madrid enseñe a los niños que la naturaleza se equivoca y que aunque nazcan con pilila se la pueden cortar y aunque nazcan sin ella se la pueden poner. No: lo que es inadmisible es que alguien diga que el Emperador camina desnudo. O que los niños tiene pene y las niñas vulva. Pero hombre: si nadie nos ha pedido permiso para existir, ¿cómo iban a pedirnos permiso para nacer hombre o mujer? La blasfemia contra el Espíritu Santo consiste en que la transexualidad infantil es buena, la naturaleza -y lo natural- que es que los niños tengan pene, es tan malo que no se puede ni decir, porque ¡fomenta el odio! Por cierto, ¿niños transexuales? Los que vosotros hayáis forjado. Los niños no piensan en cambiarse de sexo sino en vivir la vida a tope. Ahora bien, puestos a buscar consuelo, la blasfemia de Canarias es mucho peor. En cualquier caso, asombra el silencio ante el adefesio de Canarias y la inversión de principios en el caso de la ideología de género lanzada por Cristina Cifuentes. Y lo más grave de todo: la comedia Poli de Guardería, debe ser censurada de inmediato, doña Cristina. Recuerden que un niño, seguramente fascista, no dejaba de repetir al profesor aquello de "los niños tienen pene, las niñas vagina". Para mí que era un ultracatólico. En esto ha acabado la progresía: en cargarse la libertad de expresión. Bueno, y el sentido común… en políticos, jueces, fiscales y periodistas. Eso, por el momento. Eulogio López eulogio@hispanidad.com