El martes 7, Repsol vivía una buena jornada bursátil, siendo el segundo valor del Ibex que más subió al anotarse un alza del 3,47%. Así reaccionó a la noticia de que el fondo estadounidense EIG Global Energy Partners quería comprar el 25% del negocio de exploración y producción (también conocido como upstream, en el argot del sector). Sin embargo, la respuesta de la compañía multienergética, vía hecho relevante, refleja la revolución tranquila de su presidente, Antonio Brufau: no vende negocios estratégicos, se alía con socios; y no tiene prisa en la transición energética, pues la hace sin renunciar al petróleo y al negocio industrial, sin demonizar energías y apostando por varias y no sólo las renovables.

Ya saben que tanto Brufau como el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, apuestan por la neutralidad tecnológica y el empleo industrial a la hora de la descarbonización, por lo que ya han dado más de una lección en ese sentido a la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, que está empeñada en sólo reducir emisiones vía electrificación y energías renovables (placas solares y molinos de viento, fundamentalmente). Las dos últimas lecciones tuvieron lugar el pasado mes, concretamente en la Junta de Accionistas y en el inicio de la construcción de los proyectos que transformarán la refinería de Bilbao.

Para Repsol, el negocio de exploración y producción es “estratégico, lo cual incluye su mantenimiento y consolidación a largo plazo”.  En el Plan Estratégico, se fijó el objetivo de reducir la presencia y los proyectos de 25 a 12 o 14 países que son clave, priorizando el valor sobre el volumen

En la primera, Brufau afirmó que “hay que revisitar el mix energético porque el petróleo y el gas son absolutamente necesarios para el crecimiento de nuestra economía”, criticó que Europa vea “la electrificación renovable como remedio a la falta de autonomía energética”, porque hay que apostar por otras tecnologías también y no sólo por las “energías renovables desobedientes (en alusión a la solar y a la eólica)”, e insistió en que “es un contrasentido prohibir aquí el fracking (fractura hidráulica) y luego importar gas natural licuado -GNL- extraído con dicha técnica de EEUU (y encima el GNL cuesta el doble que el gas que llega por gasoducto). En la segunda, Imaz recordó que “somos hijos de la industria (…) La industria es la que nos ha hecho llegar hasta aquí, es la que genera empleos de calidad, innovación a su alrededor y tecnología”, y por eso Repsol insiste en defender el empleo industrial “con uñas y dientes”, con proyectos que está poniendo en marcha en todas sus refinerías españolas, mientras sigue apostando por el petróleo, cuyo alto precio garantiza rentabilidad durante años para dedicar a los nuevos combustibles, entre otras cosas.

Ahora, la revolución tranquila y con sentido e inteligencia hacia la transición energética de Repsol se vuelve a ver con el interés del fondo EIG por hacerse con un 25% del negocio de exploración y producción. Es cierto que al mercado le gusta (la cotización de Repsol subió un 3,47% el martes 7, frente a un Ibex que sólo lo hizo un 0,06%) y que es un buen momento para una hipotética venta dado el alto precio del petróleo (el barril de Brent -de referencia en Europa- cotiza en entre 121-122 dólares los últimos días), pero la respuesta del hecho relevante no deja dudas: el negocio de exploración y producción es “estratégico, lo cual incluye su mantenimiento y consolidación a largo plazo”. “En el contexto de la gestión dinámica y permanente del portfolio de negocios, viene analizando diversas oportunidades y propuestas relacionadas con dicho negocio, sin que se haya tomado ninguna decisión al respecto”, se añade. Es decir, que la propuesta de EIG es no solicitada, sería para la adquisición de un porcentaje minoritario y queda mucho por hablar, por lo que una decisión al respecto llevará meses. Además, no se puede perder de vista que en el Plan Estratégico, Repsol se fijó el objetivo de reducir la presencia y los proyectos en upstream de 25 a 12 o 14 países que son clave. Esta meta motivó la salida de Rusia y de Malasia, así como la venta de un pozo en Vietnam, por ejemplo, pues busca centrarse en proyectos de ciclo más corto y en cuencas productivas donde se priorizará el valor sobre el volumen.

La respuesta a la oferta no solicitada de EIG tiene un antecedente: el proceso para vender una participación minoritaria (en torno a un 20% o 25%) de negocio de renovables. Se abrió la puja hace meses, pero aún no se conoce a los elegidos... y no hay prisa

Paralelamente, la respuesta a la oferta no solicitada de EIG tiene un antecedente: el proceso para vender una participación minoritaria (en torno a un 20% o 25%) del negocio de renovables. Se anunció hace meses, se abrió la puja y acudieron múltiples interesados -entre ellos, el consorcio formado por la filial aseguradora de Crédit Agricole y el fondo suizo Energy Infraestructure Parnerts (EIP); los fondos Mirova y Omers; las aseguradoras Axa y PGGM; y Pontegadea, el vehículo de inversiones de Amancio Ortega-, pero hasta ahora sólo se rumorea sobre los mejor posicionados y que se podría conocer a los que pasan a la siguiente fase a finales de mes. Cuando se conocieron los buenos resultados del primer trimestre de Repsol, Imaz señaló a los analistas e inversores que daría más detalles en la conference call donde presentará las cifras del primer semestre. Además, no hay que perder de vista que con Crédit Agricole y Pontegadea ya ha llegado a alianzas anteriores, y que no sólo apuesta por un socio minoritario, sino también por rodearse de aliados para acelerar en renovables (ya cuenta con más de 3.700 megavatios -MW- de capacidad en activos de bajas emisiones y la ambición de llegar a 6.000 MW en 2025 y a 20.000 MW en 2030) y por dar entrada a socios minoritarios en proyectos fotovoltaicos y eólicos que van entrando en operación (Pontegadea ha adquirido el 49% de Delta y The Renewables Infraestructure Group -TRIG-, el 49% de Valdesolar).

Y es que Repsol no tiene prisa, y menos ahora que cuenta con caja para inversiones debido al alto precio del petróleo. Los analistas del Banco Sabadell ven el interés del fondo EIG en el negocio de upstream como noticia positiva y destacan que tiene una valoración de mercado de entre 14.000 y 18.000 millones de euros, por lo que vender un 25% supondría reducir la deuda a unos 4.079 millones y también destinar fondos a financiar el capex de renovables. Además, estos analistas subrayan que “estratégicamente la operación tiene sentido” porque en el sector también la petrolera francesa TotalEnergies y la italiana Eni están desinvirtiendo de los yacimientos menos rentables.