Decíamos en Hispanidad que las petroleras han reaccionado ante la invasión rusa a Ucrania contra Putin, al igual que empresas de otros sectores y países con sanciones, parando inversiones y anunciado sus salidas de Rusia. Sin embargo, la española Repsol se anticipó a los trágicos acontecimientos de la guerra que empezó hace una semana, porque puso fin oficialmente a su presencia en dicho país el pasado enero.

Un adiós que en realidad empezó meses antes: el pasado mayo, la compañía multienergética que preside Antonio Brufau y dirige Josu Jon Imaz vendió su participación del 49% en AR Oil & Gas (AROG), poniendo fin a su producción de crudo en el país de Putin. AROG era una joint venture (proyecto conjunto) para explorar y producir hidrocarburos que tenía con su socio ruso Alliance Oil -el cual es dueño del 51% restante-, con la que compartían la propiedad de Saneco y Tatneftteotdacha, dos pequeños productores con activos petroleros en la región de Samara y en la república de Tatarstan.

El pasado mayo, Repsol puso fin a su producción de crudo en Rusia: vendió el 39% de AROG, un proyecto que tenía con su socio ruso Alliance Oil. Eso sí, mantuvo cierta actividad de exploración, a la que el pasado enero también dio carpetazo: su estrategia pasa por reducir su presencia de 25 a 12 o 14 países

A pesar de finalizar su producción en Rusia, Repsol mantenía cierta actividad de exploración con algunos activos, aunque sin perder de vista que en su Plan Estratégico se fijó el objetivo de reducir la presencia y sus proyectos en dicho negocio de 25 a 12 o 14 países que son clave. Una meta que también motivó meses más tarde la salida de Malasia y la venta de un pozo en Vietnam, pues la compañía quiere centrarse en proyectos de ciclo más corto y en cuencas productivas donde se priorizará el valor sobre el volumen.

Rusia no forma parte de esa lista de 12 o 14 países clave para Repsol. Así lo demuestra el hecho de que el pasado enero la compañía multienergética haya vendido las actividades exploratorias que aún tenía allí. En concreto, las que poseía en asociación con el ruso Gazprom Neft, quinto productor de crudo en su país y filial del gigante empresarial ruso y compañía gasística Gazprom. Con este movimiento, Repsol finalizó oficialmente su presencia en las tierras de Putin.

Tras la invasión rusa a Ucrania, las primeras en reaccionar fueron BP y Equinor: la británica dejará su 19,75% en la petrolera rusa Rosneft, aunque eso le conllevará un impacto negativo de unos 22.400 millones

Ahora, tras la invasión rusa a Ucrania, otras petroleras salen de Rusia o dejan de invertir y comprar crudo allí. Las primeras en reaccionar fueron la británica BP y la noruega Equinor: BP anunció que saldría de todos sus negocios en el país de Putin, incluyendo su 19,75% en el capital de la petrolera rusa Rosneft, a pesar de que eso le conllevará un impacto negativo de unos 22.400 millones de euros. Por su parte, Equinor paró sus inversiones allí e inició el proceso para salir de sus joint ventures.

A estas dos les han seguido otras muchas. La anglo-neerlandesa Shell ha puesto fin a sus proyecto conjuntos con Gazprom: su 27,5% en la planta de gas natural licuado Sakhalin-II, el 50% en Salym Petroleum Development y la empresa energética Gydan, así como su participación en el gasoducto Nord Stream 2. Unas salidas que le supondrán un impacto en deterioros de activos de unos 2.680 millones. La estadounidense ExxonMobil ha dejado de explotar el yacimiento Sakhalin-I, del cual controlaba un 30% y que operaba junto a empresas rusas, indias y japonesas; y también ha parado las inversiones en Rusia.

La menos atrevidas quizá sean Galp y TotalEnergies. La portuguesa suspende cualquier compra nueva de productos petrolíferos rusos, aunque los ya adquiridos los recibirá. Mientras, la francesa aplicará las sanciones de la UE independientemente de las consecuencias que tenga sobre sus actividades allí

Por su parte, la portuguesa Galp ha suspendido cualquier compra nueva de productos petrolíferos de origen ruso y está en proceso de eliminar la exposición directa o indirecta a los mismos en los contratos existentes. Rusia produce la mitad del gasóleo obtenido en vacío (VGO), que es una de las materias primas usadas para fabricar gasóleo en la refinería de Sines (Portugal). Galp ha referido que los cargamentos de productos derivados del petróleo ya adquiridos que están en tránsito desde Rusia, se recibirán y descargarán, pero no habrá nuevos, y aunque la medida puede afectar a la refinería de Sines y su desempeño financiero, se seguirá garantizando el suministro de gas y combustible al mercado luso.

Por último, quizá la que aún no se ha atrevido a tanto como decir adiós a Rusia ha sido la francesa TotalEnergies. Eso sí, ha anunciado que aplicará las sanciones impuestas por la UE a Rusia independientemente de las consecuencias que tenga sobre sus actividades allí, al tiempo que no dará más capital para nuevos proyectos y facilitará combustible a las autoridades ucranianas y ayuda a los refugiados.