La crisis diplomática entre España y Argelia está teniendo ya grandes beneficiados. Por una parte, EEUU, que se ha convertido en el primer suministrador de gas de nuestro país; y por otro, Italia y Alemania, que han reforzado su cooperación y han logrado acuerdos energéticos con el país africano.

Como saben, Argelia ha suspendido el Tratado de Amistad con nuestro país y lo hizo el mismo día que Pedro Sánchez daba explicaciones del cambio de postura respecto al Sáhara Occidental en el Congreso de los Diputados. Esto supuso una cobardía ante Marruecos, gran aliado de EEUU (y por esto, principalmente, Sánchez se ha rendido ante el reino alauí, aunque Joe Biden no le haya hecho mucho caso hasta ahora), y no gustó nada a Argelia, que lleva meses de alta tensión con su vecino y con nuestro país en medio: esta tensión se vio sobre todo en el corte del gasoducto del Magreb -que era uno de los dos por los que Argelia enviaba gas a España y dejaba una parte en el reino alauí- y sólo pasó a hacerlo a través del gasoducto Medgaz.

Italia quiere que Argelia se convierta en su primer suministrador, en sustitución de Rusia: el país africano se ha comprometido a elevar sus envíos entre 9.000 y 10.000 millones de metros cúbicos adicionales al año a finales de 2022

Como dice el refrán, a río revuelto, ganancia de pescadores, pues ya hay quien se está beneficiando de la crisis diplomática entre España y Argelia. Entre ellos, EEUU, que se ha convertido en el primer suministrador de gas de España, relegando a Argelia al segundo puesto, a pesar de que el gas natural licuado (GNL) -en su mayor parte extraído mediante fracking, es decir, la fractura hidráulica, técnica que está prohibida en España- que manda Biden cuesta más del doble que el gas natural convencional que llega a través del gasoducto Medgaz. También, Rusia, que ha vendido un 52% más de gas a España... a pesar de las sanciones internacionales por la invasión de Ucrania y el estallido de la guerra. 

Pero entre los grandes beneficiados también está Italia, a la que ahora el presidente de Argelia, Abdelmajid Tebboune, se refiere como “país amigo” y afirma: “Le daremos el gas que necesite; le suministraremos energía para que luego la distribuya al resto de Europa”. De hecho, la petrolera italiana Eni y la empresa estatal argelina de hidrocarburos Sonatrach han aumentado su colaboración con proyectos de exploración conjuntos; se está estudiando la construcción de un cable submarino e Italia quiere que Argelia se convierta en su primer suministrador de gas, en sustitución de Rusia. El país africano se ha comprometido a elevar sus envíos entre 9.000 y 10.000 millones de metros cúbicos adicionales por año a finales de 2022.

Alemania también ha firmado nuevos acuerdos de cooperación con Argelia y considera que es importante intensificar el diálogo político con este país... Y eso antes de que Gazprom anunciara que reducirá un 40% el volumen de gas que envía por el gasoducto Nord Stream 

También Alemania: la número dos del Ministerio de Exteriores germano y miembro de los Verdes, Katja Keul, ha viajado a Argel para firmar nuevos acuerdos de cooperación e incluso hablar de “la consolidación de la Asociación entre Argelia y la Unión Europea”. Y Keul considera que Argelia “es un actor clave en la resolución de problemas regionales en el norte y oeste de África, por lo tanto, es importante para mí intensificar el diálogo político con Argelia”. Eso lo dijo el pasado lunes, pero sin duda, el tema se ha vuelto aún más prioritario, teniendo en cuenta que Gazprom ha anunciado que reducirá un 40% el volumen de gas que envía por el gasoducto Nord Stream (el 1, porque el 2 ni siquiera ha llegado a ponerse en marcha). 

Paralelamente, en España, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ha relacionado la suspensión del Tratado de Amistad por parte de Argelia con su mayor vinculación a Rusia. Ya saben, en la misma línea que su jefe, cuando culpaba al alza de la luz a la invasión rusa de Ucrania y el estallido de la guerra en ese país. Pero la cosa no es así, señora Calviño: dicha suspensión se debe a la cobardía de Sánchez mostrada ante Marruecos (y seguramente por presión de EEUU) para cambiar la postura sobre el Sáhara Occidental... y cabreando con ello a Argelia. Además, no hay que olvidar que Vladimir Putin armó al ejército de Abdelaziz Buteflika, acabando con el Frente Islámico de Salvación (y por tanto, con el yihadismo argelino). 

Por su parte, la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, ha subrayado que “Argelia siempre ha sido un socio fiable” y que ha mantenido sus compromisos de suministro de gas. “Creemos que es lo que seguirá ocurriendo en los próximos meses”, ha añadido y para mayor caradura, ha desvinculado una posible subida del precio del argelino de “la relación de tensión” que hay entre el país africano y el Gobierno Sánchez, aludiendo a que las revisiones de precios de los contratos empezaron en noviembre. Sí, es verdad que se iniciaron hace meses, pero también que se están dilatando y siendo más dificíles por culpa del Ejecutivo y la crisis diplomática. Nadie duda de que subirá el precio y de que será con efecto retroactivo (desde el 1 de enero de 2022), como advirtió hace unos meses, el presidente y CEO de Naturgy, Francisco Reynés, aludiendo a que la revisión ordinaria de precios para los próximos tres años que están llevando a cabo con Sonatrach no va a ser a la baja, aunque insistió en que eran contratos a largo plazo con garantías hasta 2032.