Ryanair vuela este lunes en bolsa (+6,7%) después de aumentar beneficios e ingresos con su maltrato a clientes y empleados. La aerolínea low cost ha ganado 1.240 millones de euros, un 12% más, en los nueve primeros meses de su ejercicio fiscal (el cual va de abril 2019 a marzo de 2020) y ha facturado 7.295 millones (+14%).

En concreto, la compañía ha explicado que la mejora del tercer trimestre (octubre a diciembre) ha sido mejor de la esperada, logrando una ganancia de 88 millones, un 25% más por la mayor venta de billetes en Navidad y Año Nuevo. Y esto les ha permitido elevar sus previsiones de beneficios para el conjunto del ejercicio a entre 950 millones y 1.050 millones.

Al tiempo que suben los precios de los billetes, se disparan los ingresos auxiliares -ventas a bordo, recargos por equipaje y tarifas de embarque prioritario- un 28%

Los ingresos han ascendido a 7.295 millones, de los que un tercio (2.374 millones) correspondieron a los auxiliares (ventas a bordo, recargos por equipaje y tarifas de embarque prioritario), que se han disparado un 28%. Entre octubre y diciembre, la facturación fue de 1.910 millones (+21%), porque el precio de las tarifas aéreas subió un 9%. Por su parte, la deuda fue de poco más de 700 millones, pese a la recompra de acciones por 440 millones y el impacto de la NIIF 16 (230 millones). 

En España, ha cerrado tres bases causando 204 despidos y ha precarizado aún más el empleo en la de Gerona, cuya plantilla ya no es fija

Paralelamente, a las cifras no hay que olvidar el cierre de tres bases en España (en concreto, las de Tenerife Sur, Gran Canaria y Lanzarote), que provocó el despido de 204 trabajadores -70 pilotos y 134 tripulantes de cabina- y la recolocación de otros 20. Sin embargo, se canceló el cierre de la base de Gerona, donde se precarizó aún más el empleo, pasando a la plantilla de fija a discontinua, reduciendo así sus costes laborales. Además, Ryanair ha tenido que retrasar dos años el objetivo de alcanzar los 200 millones de pasajeros, hasta 2025, por la crisis del Boeing 737 Max, del que tiene pedidos, y cuyas entregas no hacen otra cosa que aplazarse porque aún no tiene las autorizaciones pertinentes y se siguen haciendo cambios.