• A la entidad se le acaba el EPA de Caja Castilla-La Mancha.
  • El negocio no acaba de arrancar: banjan los márgenes y las comisiones suben, pero poco.
  • Y la salida a bolsa no ha supuesto el empujón esperado.
  • Lo más positivo: la morosidad baja al 8,8%. 
En el comentario sobre los resultados del pasado trimestre de Liberbank, apunté una serie de reflexiones sobre la viabilidad de este tipo de entidades muy tocadas por la crisis financiera, y que un análisis, a mi modo de ver erróneo por parte de las autoridades financieras, y muchos millones de euros del erario público y de la CEE, están permitiendo que sigan vegetando en un mercado que les niega la sal y el agua. Con unas limitaciones de negocio y con la situación actual de los tipos de interés, parece a todas luces inviable. A esto hay que añadir la sobredimensión de plantilla que arrastra, en especial debido a fusiones de varias entidades con unidades administrativas con gran número de empleados (5.096 a la fecha), y solapamiento de oficinas (992 actualmente) en algunas áreas geográficas. Estamos hablando de Liberbank, de la entidad que preside Manuel Menéndez (en la imagen) y a la que, por cierto, se le acaba uno de los paraguas que facilitó a una de las entidades fusionadas, Caja Castilla-La Mancha, en forma de EPA (Esquema de Protección de Activos). En definitiva, el próximo primero de enero de 2017 tendrá que retornar al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) los importes no utilizados. Pero el callejón sin salida está en la Bolsa. Ya he comentado en otras ocasiones que la salida a bolsa de estas entidades no es garantía de mejoría en su gestión ni en su rentabilidad. Es, simplemente, un instrumento más de control por el mercado, pero con las cifras que la entidad viene presentando últimamente la cosa está muy difícil. Las cuentas de este trimestre cerrado a septiembre continúan en la línea de las de junio. 100 millones de euros de beneficio neto, que es un 40% menos que en 2015, sin lograr enderezar la cifra del margen de intereses, que baja en un 8,8% y un margen bruto igualmente inferior en un 4,7% al obtenido en septiembre de 2015 y que a pesar de ser mejor que el de junio -5,2% interanual-, que recogía la aportación al FUR y otros pagos extraordinarios-. Y aún peor, pues en este tercer trimestre se recoge una incremento del 1,8% en las comisiones cobradas. Vamos, que los accionistas están contentísimos. La cotización sigue en una banda entre 0,76 euros y 0,86 euros en el último mes, muy lejos de su record histórico de 1,74 euros en noviembre de 2015 y más cerca del mínimo 0,56 euros de julio de 2016. Liberbank continúa incrementando su autocartera, que ya se sitúa en un 0,789%. Incluso en pasados meses dotó a su gestor de liquidez -Renta 4- de 500.000 euros para seguir "drenando" la cotización de su valor. Mientras, las agencias de calificación como Moody's mantienen en bono basura B. Eso sí estable. Los crecimientos de negocio no auguran ninguna mejora en los próximos meses. Los depósitos de la clientela han bajado 872 millones de euros respecto a 2015, que en términos porcentuales es un -2,6%, y los créditos a la clientela, a pesar que en el trimestre se han producido ligeros crecimientos, en el computo interanual arrojan un descenso del 4,8%, unos 1.182 millones menos. La morosidad sí que ha tenido unas mejores cifras, pues del 10,4% a cierre de septiembre de 2015 ha pasado al 8,8%, aunque incluyendo la morosidad de las operaciones de la EPA se ha situado en el 16,20%. La cifra de morosos ha sido de 1.386 millones, de los que 1.126 millones corresponden a operaciones incluidas en la EPA. Las perspectivas a corto plazo no parecen muy halagüeñas por los frentes que tiene abiertos la entidad. De hecho, como se ha comentado a lo largo de los últimos meses, aparece como candidata en todas las quinielas de fusiones con otras entidades o en las de entidades que precisarían ampliación de capital para cumplir con mínimos. Esta última opción a la vista de su situación podría ser cuanto menos algo temeraria. Mientras, habrán de afrontar en un plazo no muy lejano un quebranto de unos 70 millones por la sentencia de los tribunales por la posible distorsión de los resultados de junio de 2013 para justificar el ERE presentado. Continuar con la reducción de plantilla y de sucursales, de las que unas 149 de las situadas en zonas rurales se están reconvirtiendo en agencias franquiciadas y sobre todo, tratar de hacer caja en operaciones como de la que se habla recientemente con la posible venta del edificio de la antigua CCM en la Carrera de San Jerónimo de Madrid, junto al Congreso de los Diputados que podría cifrarse en unos 13 millones. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com