“Esta mañana se ha registrado, por primera vez en el mundo, una vacuna contra el nuevo coronavirus”, afirmó este martes Vladímir Putin a través de la televisión rusa. Y para que no haya ninguna duda, el propio presidente aseguró que la vacuna “ha superado todas las verificaciones necesarias”, es “suficientemente eficaz” y “crea una inmunidad estable”.

La vacuna, registrada con el nombre de Gam-Covid-Vac, se inyecta dos veces, lo que prolonga el periodo de inmunidad, según el ministerio de sanidad ruso. “Todos los voluntarios desarrollaron elevados niveles de anticuerpos ante la Covid-19 y a ninguno de ellos se les detectaron complicaciones graves de inmunización”, señaló el ministro de Sanidad, Mijaíl Murashko.

Los únicos efectos secundarios fue la subida de fiebre, hasta los 38 grados, durante algo más de un día. Precisamente, fue la hija de Putin, que se presentó voluntaria sin desvelar su identidad, la que los sufrió. “Eso fue todo. Después de la segunda inyección, la segunda vacuna, también le subió un poco la temperatura, pero luego se normalizó. Se siente bien y en nivel de anticuerpos es elevado”, explicó Putin.

Tras conocer la noticia, la OMS hizo gala de su optimismo habitual y, lejos de felicitar al mandatario ruso, mostró su incredulidad y dio por hecho que la investigación no había cumplido los requisitos establecidos. “Acelerar los progresos no debe significar poner en compromiso la seguridad”, afirmó Tarik Jasarevic, portavoz de la OMS, durante una rueda de prensa.

La Organización Mundial de la Salud, con el abortista Tedros Adhanom al frente, actúa como si le molestara que el coronavirus tenga remedio sanitario. Y más aún si el que lo anuncia primero es Rusia y no China, su país ‘aliado’.