• Uno de los adolescentes implicados, de 15 años de edad, confesó el crimen a su madre.
  • El fiscal de la Zona Centro aseguró que este comportamiento es "un problema de descomposición social".
  • Expertos en derechos humanos y familia de México ya advirtieron de que el país "se ha convertido en un pueblo violento en todos los niveles y en todos los aspectos".
Ya publicamos en su día un artículo en el que destacamos que la violencia en México es endémica y prueba que el país no funciona, según expertos en derechos humanos y familia. Concretamente, el presidente del Consejo Mexicano de la Familia (ConFamilia), Juan Dabdoub Giacoman, denunció que "México se ha convertido en un pueblo violento en todos los niveles y en todos los aspectos; no es cuestión de narcos; ellos solo son una consecuencia más de un país que no funciona". Tales palabras vienen como anillo al dedo para explicar -o al menos contextualizar- un terrible suceso que ha tenido lugar en el país azteca y que ha contado la revista 'Proceso'. Cristopher Raymundo Márquez Mora, de seis años de edad, fue estrangulado, apuñalado, lapidado y enterrado a cinco metros de profundidad por un grupo de cinco menores -dos niñas de 12 años, dos niños de 15 y uno de 13-, cuando jugaban al "secuestro" que derivó en un asesinato con saña ejecutado en la colonia Ladera de San Guillermo, municipio de Aquiles de Serdán, estado mexicano de Chihuahua. Uno de los adolescentes implicados, de 15 años de edad, confesó el crimen a su madre, quien llamó la tarde del pasado viernes a la Fiscalía de la Zona Centro para denunciar la participación de su hijo en la muerte de Chistopher Márquez, apodado por los jóvenes como "El negro". La madre, días antes a esta fecha, había solicitado apoyo psicológico por el mal comportamiento de su vástago. El relato del adolescente, con problemas de aprendizaje pero en pleno uso de sus facultades mentales, es escalofriante: vieron a Cristopher sólo en torno a su casa y le invitaron a jugar cerca de la ladera de un arroyo con el fin de buscar leña. En el trayecto, uno de los menores ofreció la idea de jugar a que secuestraban al niño. Márquez Mora fue atado de manos y pies, agredido físicamente, y le colocaron un palo en su cuello, mientras unos le golpeaban con piedras en la cara y cuerpo, y otros le atizaban con un palo de espinas. Al ver que Chistopher estaba sin vida, una de las niñas propuso cavar un hoyo para darle sepultura. El grupo arrastró el cuerpo hasta el arroyo y colocaron el cadáver boca abajo. Para certificar la muerte de la víctima, otra de las niñas le apuñaló con una navaja en la espalda. El último acto fue arrojarle sobre la maleza y cubrir el cuerpo con un animal muerto, evitando llamar la atención. "Nunca lo tuvieron en cautiverio ni pidieron el auxilio de algún adulto para el traslado. Todo fue orquestado y realizado por los adolescentes", ha relatado el fiscal de la región, Sergio Almaraz Ortiz, basado en el testimonio de los agresores. El fiscal de la Zona Centro ha asegurado que este comportamiento se trata de "un problema de descomposición social", por lo que los menores estarán sujetos a estudios socioeconómicos y psicosociales, y bajo la tutela pública del Sistema Nacional de Integración Familiar DIF. Pero lo dicho: esta anécdota en México puede elevarse a categoría.  La violencia en México es endémica y prueba que el país no funciona. José Ángel Gutiérrez joseangel@hispanidad.com