Theresa May perdió su Brexit. Y por goleada. No saben qué hacer ni Reino Unido ni en Bruselas. Moción de censura laborista para aprovecharse de la división conservadora y advertencias de un nuevo plan de May.

¿De qué estamos hablando? De disputas comerciales. Ahora bien, ¿en eso se ha quedado el proyecto europeo? Sinceramente, ¿alguien estaría dispuesto a entregar su vida por un arancel comercial?

Europa es, ante todo, una disposición de ánimo. Falta ánimo en el Reino Unido y en los 27 países miembros

Los padres fundadores decían que Europa era “un estado de ánimo”, algo así como un objetivo común. Ahora bien, para tener un objetivo común hay que tener principios comunes. El principio de la Unión Europea, que ya existió con el Sacro Imperio Romano germánico, era el cristianismo.

La decisión del Parlamento británico no es tan importante. Lo importante es lo que decía, ochenta años atrás, don José Ortega y Gasset: Europa se ha quedado sin moral. El problema no es de Reino Unido, sino de toda Europa, que abandonó a Cristo y se ha quedado sin moral... y sin alma.

Al abandonar a Cristo, la Unión Europa se quedó sin moral… y sin alma

Y mientras no recuperemos ese alma cristiana, no sólo Reino Unido se marchará de Europa, sino que existe riesgo real de volver a la CECA, de que Europa se reduzca a unos acuerdos comercial de libre comercio… y nada más.

Claro que recristianizar Europa tiene un problema añadido: nadie da lo que no tiene. Y cuando miro a los líderes europeos, casi todos ellos cristófobos.