• El mejor ejemplo es la leche. La industria cobró a los consumidores 9.000 millones durante 2015, pero los productores sólo percibieron 2.000.
  • Y la conclusión es que más de mil granjas han quebrado en 2015 y otras tantas están a punto.
  • Las grandes corporaciones están pujando con fuerza en esta industria: desde Amazon a Coca-Cola o McDonald's.
  • Pero es lo de siempre: sus beneficios no llegan al productor, que es el eslabón más débil de la cadena.
  • Cada vez más gente prefiere productos saludables: podría usarse para tender puentes entre el productor y el consumidor.
El negocio agroalimentario es rentable, vaya que sí, pero es injusto. Vamos por partes. Los últimos movimientos de las grandes multinacionales demuestran que, efectivamente, aquí hay negocio. El gigante del comercio electrónico Amazon ha traído recientemente a España su programa de reparto de alimentos Amazon Prime Now. El servicio, de momento disponible sólo en Madrid para los clientes suscritos a Amazon, amenaza con poner en jaque los servicios de distribución de otras compañías. Porque juega, por un lado, con la baza de la inmediatez: recibes el pedido en tu puerta en una hora; es menos tiempo de lo que tarda la competencia. Y, además, innova: está investigando el reparto con drones en Estados Unidos. Coca-Cola es otro caso. La gran multinacional de refrescos (qué actúa como monopolio en España) comercializa desde el año pasado en Estados Unidos un producto lácteo, Fairlife, que podría extender a los supermercados de más países. Aquí observamos otra tendencia: el deseo entre la gente de comer alimentos más sanos. McDonald's (otro ejemplo) está probando algunos cambios en sus menús de cara a hacerlos más saludables, tras una gran disminución de sus ventas (un 28% a nivel global). El objetivo, según la compañía, es cambiar los ingredientes del 50% de sus productos. Sabemos también que las compañías de cereales de Estados Unidos están usando ahora ingredientes más sanos en sus productos para no perder clientes, más concienciados con sus salud. Pero el sector es, como decíamos, injusto. Y lo es porque castiga al productor. Es lo que opina la Unión de Uniones de Agricultores y Ganadores, que usa el ejemplo de la leche. La industria ha pagado a los ganaderos unos 2.000 millones de euros durante 2015. Tras importar otros 600 millones para acabar de abastecer el mercado, resulta que acaba cobrándole al consumidor 9.000 millones. Un chollo. Entre tanto, los beneficios de las empresas que compran la leche no dejan de crecer, claro, pero las explotaciones agrarias de vacuno de leche cierran. En 2015, hubo casi 1.000 arruinadas, y otras tanto están al borde del cierre. En un contexto en la que la gente quiere adoptar una alimentación saludable, como decíamos, parece lógico que demanden productos de calidad, y esto, plantean desde esta Unión de Agricultores, debería facilitar la apertura de puentes más directos entre el productor y el consumidor final. Veremos a ver. En definitiva, son muchas las incógnitas que se abren, pero, de momento, sólo tenemos claro que las grandes compañías continúan pujando con fuerza en el sector, pero los productores no acaban de recibir su parte del pastel. Daniel Esparza