El diario del Prisa, El País ha cambiado con el nuevo rumbo marcado por su directora, la veterana periodista Soledad Gallego-Díaz, cuyo signo más visible es, más allá del intento de recuperar las viejas esencias, el apoyo al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, un enemigo a batir, como quien dice, hasta hace dos días, al que el diario se entrega ahora sin excesivos reparos.

Juan Luis Cebrián está ya fuera de juego, como se ve a diario en sus páginas, las mismas que desconcertaban por lo contrario hasta un mes. No sólo Janli, abandonado primero por Moncloa (con Rajoy) y despedido después por Ana Botín, que es quien manda en el grupo de comunicación.

Los cambios, con el permiso de la presidenta del Santander -que ha colocado como vicepresidente a su amigo Javier Monzón-, se trasladan al resto del equipo de Gallego-Díaz, decidido hace dos semanas. Se ha esfumado la etapa de Antonio Caño, que marcó su propia impronta con el revival, por ejemplo, de periodistas como Javier Ayuso, que regresó tras su viaje a la otra orilla, primero como dircom de Francisco Gonzalez (BBVA) y después en la Casa Real.

Gallego-Díaz vuelve a las esencias. Por eso se esfuman unos, como Javier Ayuso, y regresan otros, como Estefanía

Borrón y cuenta nueva, en fin, como ocurre en estos casos, dos años después de la intensa campaña en contra de Sánchez, “un insensato sin escrúpulos”, como llegó a calificar el diario en uno de sus editoriales, cuando ponía en un brete al PSOE que tocaba a rebato por la vieja guardia. Y a esa deriva se unió después el apoyo a Ciudadanos, desconcertante también para sus lectores, y cierre de filas contra el desafío independentista catalán.

Ahora toca acercarse de nuevo al PSOE, sin dejar de castigar a Podemos, el partido que le hace sombra (sombra y luz, si dependiera sólo de Pablo Iglesias) y alejado de Rivera y, por supuesto, del PP.

Soledad Gallego-Diaz, a la izquierda de Cebrián, ha creado a esa medida su equipo, con la vuelta de otro veterano, Joaquín Estefanía, o Montserrat Domínguez. Y también se mantienen otros, como Juan Cruz.  

El imperativo ahora es defender “la tarea principal de Sánchez”, que “es reparar los daños provocados por el PP”, como ha explicado uno de sus últimos editorial, olvidando los 84 diputados, eso suman, del PSOE.

Hilo a la cometa de lo que nos espera respecto a las filigranas del nuevo presidente, ya santificado por el medio más influyente. Y el PSOE, encantado, claro.