Tras la muerte del canadiense Alan Nichols por “eutanasia voluntaria” en un hospital de la provincia de Columbia Británica en julio del 2019, su familia cuestionó la imprecisión de los requisitos para llevar a cabo esta práctica, que incluyen tener “una afección médica grave e irremediable”, publica Aciprensa.

Los familiares dudan que Nichols haya brindado su consentimiento informado para la aplicación de su eutanasia y sostienen que su muerte natural no era razonablemente previsible.

El 26 de julio de 2019, Nichols, que tenía 61 años, fue sacrificado en el hospital por personal médico que le administró tres inyecciones.

“No tenía una enfermedad potencialmente mortal. Era capaz de moverse. Era capaz de hacer casi cualquier cosa que tuvieras que hacer para sobrevivir”, dijo su hermano Gary a CTV News.

La familia indicó que no apoyaba la decisión y que no pudieron evitar que se perpetrara

Según CTV News, a la familia de Nichols se le dijo que dos médicos habían aprobado su solicitud de eutanasia “y que un psicólogo y un psiquiatra estaban allí para evaluar las capacidades de Nichols”.

En Columbia Británica, el certificado de defunción de las personas que reciben la eutanasia o cometen suicidio asistido cataloga a la “Medical Assistance in Dying” (ayuda médica para morir) como la causa inmediata de la muerte. Sin embargo, esta “ayuda médica para morir” también comprende una lista de antecedentes que causaron el tipo de muerte.

El certificado de defunción de Nichols enumera el accidente cerebrovascular, el trastorno convulsivo y la fragilidad como causas antecedentes de su eutanasia, según CTV News.

Trish Nichols, cuñada de Alan, dijo que “Alan no cumplía con los criterios. Alan era capaz de hablar, estaba sentado, estaba comiendo, iba al baño, nos reíamos, estaba fuera de la cama. Al mirarlo supe que todavía tenía que vivir. No estaba cerca del final de su vida”.

Al menos 6.749 canadienses han sido muertos por eutanasia o suicidio asistido desde la promulgación legislativa (10 de diciembre de 2015 en Quebec y 17 de junio de 2016 en el resto de Canadá)

“¿Cómo puedes permitir esto con Alan, conociendo sus antecedentes de angustia mental y depresión? Pasamos 50 años ayudando a Alan a vivir, y en un mes firmaron su sentencia de muerte. ¿Cómo puede suceder eso en ese período de tiempo? ¿Dónde está la legislación para protegernos?”, pregunta Trish.

El caso de Nichols advierte la falta de claridad sobre los criterios para la eutanasia y el suicidio asistido en Canadá, que también han sido puestos en tela de juicio por defensores de discapacitados, grupos provida y bioéticos.

Según Health Canada, uno de los criterios de elegibilidad para la eutanasia o el suicidio asistido es que la persona tenga “una afección médica grave e irremediable” y “dé su consentimiento informado para recibir asistencia médica en el momento de la muerte”.

Al menos 6.749 canadienses han muerto de eutanasia o suicidio asistido desde la promulgación legislativa (10 de diciembre de 2015 en Quebec y 17 de junio de 2016 en el resto de Canadá), según el Gobierno.

De todas maneras, el caso de Alan Nichols en Canadá ejemplifica muy bien los peligros de la eutanasia. Se empieza pidiendo el consentimiento del paciente y se termina ejecutando sin su consentimiento, a escondidas, engañándole, etc. Que se lo pregunten a los ancianos holandeses que huyen del país porque no quieren ser eutanasiados….