Sr. Director: En Cataluña hace mucho tiempo que desparecieron los actores capaces de mediar y tender puentes. La desaparición de fuerzas, grupos y asociaciones capaces de ocupar el centro ha generado costes muy altos. El divorcio de parte, sin posibilidad de que la parte repudiada pueda esgrimir sus razones, ya se ha materializado. Y ahora ¿qué hacemos? El secesionismo dice que el Estado carece del Plan B, cuando en realidad no conocemos en su integridad el Plan A del bloque independentista. Se trata de pillar a España a traición. ¿Hay alguien dispuesto a apelar a la responsabilidad de todos para que tomemos conciencia de los riesgos de este despropósito? En política, llegar tarde es no llegar. Quizás no sea, todavía, demasiado tarde. Jesús Domingo