Sr. Director:

Cada día te esfuerzas más en pasar de los 20 "likes" y de 100 seguidores en las diferentes redes sociales. Pierdes media hora intentando conseguir la mejor foto de tu vida, ésa que todo el mundo califique al nivel de "OMG" o con miles de corazones. Te empeñas cada año en poder ir a ese viaje que nadie ha hecho antes y, definitivamente, este fin de semana será absolutamente “legendario”. Las camisas estrafalarias o ser el más elegante con ese traje a medida o esos zapatos que te compraste en la tienda “vintage” de la esquina van a ser la envidia de todos tus conocidos. Agotas casi toda la batería del móvil buscando durante horas chollos y rechollos (tienes hasta alertas en Google), cargando y recargando páginas web. Intentas ir en bici a todos lados, comes avena ecológica o el último producto de alpiste del herbolario, y vas al gimnasio a una clase de "musculining", intentando seguir el último grito en salud. Buscas películas que ponga en un solo cine, conciertos en salas en las que no quepan más de 50 personas y lees comics y revistas especializadas de "crítica social". Montas fiestas para ver Eurovisión, el final de Juego de Tronos a las 3 de la mañana o de temática tan original como “hawaiana”, “los 80”, “romanos” o, simplemente, ven con lo más raro que tengas en casa o en el chino. Todo eso no está mal, de verdad, pero, ¿por qué no quieres ser normal y corriente? ¡la normalidad te acerca mucho a los demás! tanto esfuerzo por ser "distinto", por ser como Daenerys Targaryen, cuando en realidad te pareces más a ese extra que en el primer lance de batalla tiene que caer al suelo y hacerse el muerto, y se pierde el resto de la "batalla más grande de la historia". Respira. Relájate. Tómate un vaso de agua del grifo y piensa que ser normal es más sencillo, menos cansado, que eres como eres, es decir, como la mayoría. Y te das cuenta de que la gente es normalmente maravillosa. Hay que ser más normal y así disfrutar más de la vida, que es lo realmente original hoy en día.