Sr. Director:
Una multitudinaria manifestación ha recorrido Londres este fin de semana pidiendo un segundo referéndum sobre el Brexit. Era de esperar. En el Reino Unido han hecho dos referéndums, uno sobre Escocia y otro sobre el Brexit, en ninguno de los dos han zanjado la cuestión y en los dos casos, en Escocia y el Brexit, ya se pide otro referéndum. La experiencia inglesa no puede ser más pedagógica. Los referéndums son una herramienta simplista, donde solo cabe un sí o un no, un blanco o un negro, no deja lugar a grises, a consensos, a acuerdos, son ideales para los extremistas, polarizan la sociedad, la dividen en dos bandos enfrentados y acaban afectando a la convivencia social. Cuando las dos opciones están muy igualadas, -un 50/50 o incluso un 60/40- los referéndums nunca resuelven nada porque generan frustración en una parte muy importante de la sociedad, el bando “perdedor” es muy fuerte y al mínimo cambio de circunstancias van a pedir otro referéndum porque piensan que lo van a ganar. La política del Reino Unido, empantanada en sus referéndums, es un ejemplo práctico de ello.