Chesterton se las tuvo tiesas con el famoso deán de la catedral de San Pablo, William Inge Ralph, que era lo que hoy llamaríamos el intelectual de moda. Progre, naturalmente. Es decir, para aquel tiempo, el deán Inge era un tipo jacobino, doctrinario y, para ser más exactos, darwinista y, como buen darwinista, racista. Pero ojo, se le consideraba la cumbre de la intelectualidad anglicana y sobre todo un tipo moderno, progresista.

Sólo que Gilbert Chesterton no se dejaba engañar: iba a las fuentes originales, es decir, leía a su contrario. Y así, don Gilbert recordaba los insultos del deán a irlandeses, franceses y canadienses -o sea a todo lo que no fuera inglés y/o estadounidense- por su elevado índice de natalidad. Un índice que amenazaba la supremacía británica y que, naturalmente, al deán Inge no le gustaba. Así calificaba de poco menos que salvajes a esas tres nacionalidades, que crecían con “exuberancia ciega de la jungla". Chesterton salió al quite y le recordó al eclesiástico que algo falla en su darwinismo: "Cuando los salvajes van desapareciendo gradualmente, decimos que es porque son salvajes. Cuando se van multiplicando de manera inconveniente, decimos que se multiplican porque son salvajes".

Los planes de 'defensa de la familia' -¡Menudo pitorreo!- a los que ahora se ha lanzado el Gobierno Rajoy, con el producto de este mismo terror a la desaparición. Rajoy y Soraya (ambos en la imagen) buscan nuevos nacimientos, aunque sólo sea para no perder votantes y para poder pagar las pensiones en una sociedad envejecida. Y eso que ellos no predican con el ejemplo (Rajoy tiene dos hijos y Soraya uno). Pero es igual, esa política familiar del Gobierno Rajoy no se la cree nadie. Más bien, lo suyo es una política antifamiliar. Y si no, que establezcan el salario maternal.

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