Huawei lleva meses bajo sospecha. El líder mundial de infraestructuras de telecomunicaciones y uno de los fabricantes más importantes de smartphones está acusado de espionaje. Desde la multinacional, sin embargo, lo niegan rotundamente y aseguran que se trata de una campaña orquestada por la competencia, que se ve seriamente amenazada por ellos.

Sea como fuere, el presidente de la multinacional china, Liang Hua, ha aprovechado su paso por Davos para amenazar: la compañía se podría retirar de los países de occidente si se sigue restringiendo su tecnología. En otras palabras: podrían renunciar a vender sus productos en occidente. La advertencia suena a método de negociación al estilo Trump: amenazo con un órdago para luego rebajar el tono y lograr un acuerdo satisfactorio.

No hay que olvidar que Huawei, como las demás compañías chinas y no chinas, fabrican todo, o casi todo, en china o en India. En occidente no fabrican nada. Solo venden. Su estrategia consiste, incluso, en la apertura de tiendas propias. En España, por ejemplo, abrirán dos próximamente, en Madrid y Barcelona. ¿Y dicen que podrían renunciar a todas esas ventas? ¿A que no?