En España como en Argentina. El lobby gay expande sus normas de obligado cumplimiento bajo el engaño habitual: el del verdugo que se convierte en víctima. Bajo la bandera de no discriminar, se condena a cualquiera que se muestre contrario, no a los homosexuales, sino a la homosexualidad. Veamos. Por una parte, el Papa Francisco pide a los cristianos que acompañen con afecto a homosexuales y transexuales. Y, en efecto, es lo que hay que hacer: odiar el pecado y amar al pecador. La homosexualidad no es una enfermedad, sino una inmoralidad. No lo digo yo, lo dice el catecismo. Y así, Francisco golpea la ideología de género al tiempo que pide, exige, a los católicos que se comporten con cariño, más que con respeto, con homosexuales y transexuales. El lobby gay no. En la tierra de Francisco, sus compatriotas imponen otra cosa. El lobby gay coacciona a todos los que no piensan en 'homosexualista', y utiliza el código penal para llevarles a la cárcel. Eso sí, siempre bajo la bandera de la no discriminación. Cristina Cifuentes (Partido Popular) en España es un buen ejemplo de ello. Pero en la Argentina nos copian. Todo lo malo, claro está. Ahí tienen la información de Notivida (número 1021). Calcadito de España. Hispanidad redaccion@hispanidad.com