El futbolista Andrés Iniesta se despide del Barça en otro festival de lágrimas. Y ayer consigue su último título de liga con el estupendo equipo catalán. Y además, Andrés Iniesta es el mejor jugador español de los últimos años y un tipo aplaudido hasta en campos contrarios.

Dicho todo esto, alego que me sentó como una patada en el bajo vientre que este gran jugador dijera, en vísperas de una final de la Copa del Rey, la del pasado año, en plena bronca por la prevista pitada al himno nacional y a Su Majestad el Rey, aquello de que cada cual es libre para pitar lo que quiera.

Pues no. El gran futbolista confunde, como tantos otros, la libertad con la injuria. Y eso resulta escasamente pertinente.

Si yo llamo imbécil al vecino no estoy ejerciendo mi libertad de expresión: le estoy  injuriando a él. Y no tengo ningún derecho a ello.

Y el que haya muchos tontos que piensen lo mismo no le disculpa señor Iniesta.