Tratar de que el Partido Socialista Obrero Español desaparezca es inviable ni tan siquiera a medio plazo
La historia del Partido Socialista Obrero Español es la historia de la historia sin historia. Es la historia en la que se auto-organizan para garantizarse la supervivencia. Desde su fundación (mayo, 1879) hasta hoy, el PSOE es el PSOE de las mil caras, el partido rojo camaleónico, adaptado y readaptado una y otra vez para acceder al poder sea como sea… Y para el sea como sea, todo vale: desde colaborar con la dictadura -de derechas- de Miguel Primo de Rivera; o las amenazas de muerte, confirmadas con el secuestro y la ejecución de Calvo Sotelo. También vale cambiar de sentido político, por ejemplo, de socialismo revolucionario y marxista a socialdemócratas; de defender al obrero frente al capitalismo a defender las políticas de género que propugna el neoliberalismo globalista. La historia del Partido Socialista Obrero Español es la historia de la mentira.
Para participar en esa carrera constante hacia el poder, es imposible si las ideas tienen principios que rijan la vida de un país, un partido o una persona. Pero si algo caracteriza a este partido es la ausencia de principios, o como diría Groucho Marx, «…si no le gustan tengo otros». Los socialistas se han autoproclamado señores del bien y del mal, ellos deciden qué es bueno y qué no para sí mismo y para los demás. Se han adjudicado la legitimación moral social. No podemos obviar que un partido de raíces revolucionarias es un partido totalitario y en eso sí mantienen sus principios, así como la justificación de los medios para alcanzar el fin e imponer su dictadura libertaria. La famosa frase de su líder guerracivilista Pablo Iglesias Pose no deja dudas: «Estaremos dentro de la legalidad cuando esta nos favorezca y fuera de ella cuando no responda a nuestros intereses», les precede históricamente y hay suficientes huellas de su andadura que lo dejan claro.
Son los señores del bien y del mal. Ellos deciden lo permitido y lo prohibido
Para imponer su política, ha hecho gala de su capacidad de succionar a gran parte de la población. Unos convencidos de que solo pueden votar al partido de los trabajadores, aunque roben «mientras ahiga algo de comer» y otros porque la batalla cultural de la izquierda les ha convencido de que ser progresista es poseer la verdad de la vida y del ser. Es decir, todo lo que no sea perspectiva de género es facha y ultraderecha. Y todo esto sin que los votantes pestañeen ante las mentiras de Pedro Sánchez antes de ser, siendo y después de ser presidente del Gobierno -¡ya verán, ya…!-.
Este es el poder real del PSOE, que nunca hay algo suficiente que lo hunda. Todo se queda en deseos por parte de los damnificados de sus políticas económicas y sociales o por sus contrarios ideológicos. El ingeniero y comentarista Luis del Pino declaró que el PSOE estaba roto y en vías de extinción. No comparto la idea porque hay intereses a altísimo nivel financiero, europeísmo político y globalista de que así no sea. Y conviene no olvidar que es uno de los partidos que mantienen la estabilidad española de la partitocracia, que se ajusta a la perfección del proyecto de alternancia política como sucede en Estados Unidos que, a la sazón, son el topo español aunque nadie quiera saberlo. Desde el tardofranquismo -y sino que se lo pregunten a Carrero Blanco-, los estadounidenses están ahí dirigiendo nuestras vidas con políticos peleles a la izquierda y a la derecha.
Que se está preparando el relevo en Moncloa es más que evidente y el debate del Senado del 6 de septiembre es una muestra. El Partido Popular sacará mayoría en las próximas elecciones, como ha sucedido en Andalucía porque el casi extinto Ciudadanos ha echado en brazos del PP a sus huestes, e incluso muchos votantes socialistas licuados también lo harán con tal de que Vox no pise moqueta… ¡ni de invitado! Porque los tiempos de la bodeguita se acabaron con Felipe González. Ahora ya todo se cuece en Europa y se promulga en los medios de comunicación, por llamarlos de alguna forma, porque en realidad no son más que hojas propagandistas.
Felipe González se plegó a Willy Brandt, que quería una España desindustrializada
Hablamos de la historia del PSOE y mucho de las mentiras y traiciones de Pedro Sánchez porque son las que vemos hoy y ahora, pero no está de más echar un vistazo al primer socialista que gobernó en España: Felipe González. Veamos: llegó al gobierno gracias al eslogan «La OTAN de entrada no». Poco después, el gran hermano le debió llamar por el teléfono rojo del despacho y le convenció de que era conveniente hacer un referéndum para que todos los españolitos viéramos qué beneficioso era ser otanianos, y entonces llegó el «Vota sí, en interés de España». ¿No recuerda demasiado a «No pactaré con Bildu… ¿Si quiere se lo digo cinco veces?», ¡patético, pero cierto! Por otro lado, su renuncia expresa al marxismo, apuntando hacia un socialismo reactualizado que ya connivían en Europa. ¡Debió ser un duro golpe para muchos socialistas que todavía bebían y vivían de las fuentes revolucionarias! Su hermano mayor, y masón, Willy Brandt, que regentaba el Partido Socialdemócrata Alemán pero que ya no era canciller, le pidió rebajar las ínfulas industriales españolas que con Francisco Franco se habían conseguido, llegando a ser la 10ª potencia industrial del mundo. No le tembló la mano a Felipe González y perpetró la mayor operación neoliberal de la historia de España, vendiendo y privatizando la industria (siderurgia, automoción, alimentación…) a alemanes y franceses, provocando la crisis social más profunda desde la Guerra Civil para que su colega europeo dispusiera de tal poder económico sobre España al mantener las fábricas, pero ya no en propiedad, para que siempre estuvieran relegados a las decisiones alemanas. Y por último, la identidad nacional del PSOE pasó a convertirse en federalista, propugnando e impulsando un concepto federalista que otro presidente socialista dejó escrito en mármol para la posteridad «España es una nación de naciones», (José Luis R. Zapatero, 2004).
Tratar de que el Partido Socialista Obrero Español desaparezca es inviable ni tan siquiera a medio plazo. Pero conocer su capacidad de mentir, traicionar, dictar, amenazar y ejecutar a lo largo de su historia, abre los ojos a quienes tengan una idea feliz del socialismo del que presume el PSOE.
El PSOE y la República: crímenes, pucherazos y golpes de estado (SND) de Antonio Robles Nicolas. Uno de los hechos más escondido y blanqueado por la izquierda socialista: el golpe de Estado de 1934, de consecuencias nefastas para la convivencia nacional, y posteriormente fraude electoral de 1936… Luego persecución religiosa, la entrega de la zona republicana a los designios de Stalin y por supuesto el asesinato de Calvo Sotelo. Esto y mucho más en este libro.
El PSOE y la Transición, 1976 - 1982 (CSED) de Enrique Domínguez Martínez-Campos. Sin escatimar nada, el autor ha ordenado los acontecimientos y, uno a uno, nos los presenta con el realismo y rotundidad que son consecuencia de su conocimiento. Como si de una novela se tratase, incita a la lectura de la obra, infinidad de datos y testimonios, muchos de ellos escatimados interesadamente por socialista o el propio partido.
Alegoría de la II República (Biblioteca Nueva) de Diego Quiñones Estévez. Si no quieres un ensayo que puede parecer arduo para muchos, ofrezco esta novela que se desarrolla en los años de la II República y siguientes, cuando se desarrolló la dictadura del proletariado campesino y obrero. Las ideologías totalitarias de la izquierda del Frente Popular se enfrentaron a las ideologías de la derecha monárquica y conservadora de la CEDA.