El enfrentamiento entre Anton Arriola y Xabier Sagredo es muy sencillo. Terminado el proceso de fusión de las tres cajas de ahorros vascas, las más politizadas de España, con un banco resultante, Kutxabank, ya consolidado, el PNV se propuso nombrar un presidente que diera lustre y esplendor a la entidad. 

Los candidatos eran dos. El responsable de la BBK, ya fundación, es decir, de las antiguas cajas de Ahorros de Vizcaya y Bilbao, la más grande de la tres, Xavier Sagredo, es un peneuvista de boina calada y Anton Arriola viene de la banca de inversión, esposo de Laura Abasolo, hasta hoy directora financiera de Telefónica. 

Pues bien, Sagredo se retira de la batalla. Arriola se ha asentado como presidente de Kutxabank y ha optado por capitalizar la sociedad al máximo y dedicarse a la gestión de activos. Ojo, la tres fundaciones siguen siendo vitales, son los propietarios y la fundación BBK es, además, una de las principales carteras industriales de España. 

Ahora bien, con el debido respeto, el epitafio de Sagredo tiene cierta coña cuando habla de que ha logrado el equilibrio financiero... Hombre, el equilibrio financiero de un accionista se lo da el dividendo de sus empresas participadas. Es decir, la BBK no logra el equilibrio financiero: lo obtiene de Kutxabank.

Ahora se abre una nueva etapa. El PNV controla un banco mediano, mientras el banco de Euskadi sigue siendo el BBVA que, por si no lo recuerdan, significa Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA). Es el sueño del PNV y como se dice en el batzoki, nos los quitaron políticamente y políticamente deberíamos recuperarlo. 

Si vamos por el segundo camino, fusionar Kutxabank con BBVA, da para tener un consejero en el resultante y poco más. 

Para eso, mejor conseguir que Pedro Sánchez les regale el BBVA y mantener aparte, como banco, no de Estado sino de partido, Kutxabank. 

Por el momento, lo único que sabemos es que Sagredo pierde, Arriola gana.