Desconozco si el paracetamol está relacionado con el autismo, como al parecer, no he visto ni oido la grabación original, ha dicho Donald Trump.

Ahora bien, lo que me ha llamado la atención es que, de inmediato, se le ha echado encima todo el mundo mediático, de izquierdas y de derechas, bajo una misma y casi sospechosa, por repetida, acusación: la comunidad científica ha respondido a Donald Trump. Pues hombre, también se opuso a las vacunas Covid y pobre de aquel ciudadano que se atreviera a hacer lo mismo: era un negacionista -allí nació este insulto progre-… y ahora resulta que, cinco años después, un montón de estudios, científicos, aseguran que las vacunas contra el Covid han tenido efectos secundarios. Pues bien, no se ha hecho ni caso de esos estudios... y aún no sabemos de dónde salió el Covid y en qué consiste exactamente. Pfizer, la multinacional que se forró con las vacunas, ha reconocido los efectos secundarios… pero les importa un pimiento.  

En cualquier caso, ¿quiénes forman la comunidad científica? ¿Expiden carnés de socio? ¿Quién define que es un científico y quién no? ¿Lo que se dice en nombre de la Comunidad científica es palabra de Dios?

Y he escuchado a algún destacado presunto miembro de dicha comunidad que no existe ninguna evidencia científica sobre la relación ente el paracetamol y la del autismo. En Hispanidad, ya hemos dicho que lo de evidencia científica es como un círculo cuadrado o como el pensamiento político: una contradicción in terminis. Si es evidente no necesita demostración científica y si es ciencia es porque no se ve, porque no es evidente, y necesita demostrarse. Esto de evidencia científica es un pedantería, una contradicción y una suprema gilipollez.

A mí esta tendencia de Donald Trump a meterse en todos los charcos y enervar a los pedantes, qué quieren que les diga: me mola.

Y es que la evidencia científica es una tontería, la comunidad científica no existe... pero la estupidez cientifista sí que existe, para desgracia de todos.