"Que no se señale a nadie por abortar o por no abortar... ni a ningún médico "por abortar o por no querer abortar". Eso ha dicho Isabel Díaz Ayuso. Pues no señora, poner en situación de igualdad a la mujer que mata a su propio hijo en sus propias entrañas, con la que no lo hace y cría al suyo es injusto. Por las mismas, poner al médico abortero en la misma lugar del que salva vidas, es injusto.

Ayuso es abortera: no me gusta Ayuso. 

Y todo esto tras el nuevo éxito propagandístico del Sanchismo en su obsesión contra el derecho a la vida, el más importante de todos los derechos. El presidente del Gobirno ha enviado una carta a los presidentes de varias comunidades autónomas entre ellas varias del PP, para exigir que se cree el Registro de objetores de conciencia al aborto. Otra muestra más del cinismo de don Pedro, porque al presidente del gobierno, como cabría esperar, no le hace ninguna gracia que ningún médico ejerza su objeción de conciencia y se niegue a perpetrar abortos.

Oiga, muy bien, don Pedro: el médico que se niegue a realizar abortos -deberían ser todos- que se apunte en un registro, que se retrate, pero que nadie pueda obligarle a matar al indefenso inocente. 

Ahora bien, no es en el derecho a la objeción de conciencia, con ser importante, donde debe centrarse el debate sobre el aborto, sino en el aborto mismo, la mayor salvajada del mundo actual, que ahora, ese mismo Pedro Sánchez, pretenden elevar a la condición de derecho constitucional.

En contra, y con freno y marcha atrás, a José Luis Martínez-Almeida, el alcalde pepero de Madrid, le da por pedir que se informe a la mujer que vaya a abortar sobre el síndrome  post-aborto... que sí, que sí existe el tal síndrome, como no podía ser de otro modo, pero oiga, esa no la cuestión medular. 

Es decir, el PP se ha conformado con pedir que se informe a la mujer que va a abortar del síndrome postaborto, cuando lo que debía proponer y hacer es suprimir el aborto, todo aborto, desde la concepción hasta la muerte, que es lo científico, porque en el cigoto ya obra un ser, con un código genético individuado, distinto del padre y de la madre. Un ser humano desde el punto de vista de la ciencia. 

Yo lo que quiero es que todo el mundo puede abortar o no abortar, ejecutar abortos o negase a ejecutarlos. Pues mire, señora Ayuso, yo no: yo lo que quiero es que el español más inocente y más indefenso, el concebido y no nacido, no sea asesinado por su propia madre en su propio seno, a manos de un matasanos miserable que cobra por ejecutar a la víctima.

Yo lo que prohibiría, si pudiera, es el aborto de un niño por la misma razón por la que prohibo el asesinato de un adulto, por el derecho a la vida. Ahí es donde debería centrarse el debate.  

La derecha española, el Partido Popular, empezó a decaer cuando admitió el aborto. Desde entonces, está en caída libre y todavía no ha tocado fondo.