Ha sucedido en Gran Canaria, en Santa María de Guía, en un conocido supermercado. En él ha intentado entrar -cuando en el establecimiento había clientes-, armado con un machete de grandes dimensiones, un magrebí, vinculado a la comunidad de okupas del barrio.

Según testigos presenciales, el altercado se habría originado por un conflicto previo entre el propietario del supermercado y el hombre armado, quien se presentó fuera del local visiblemente alterado. La rápida reacción de los empleados y clientes permitió bloquear el acceso con neveras y otros objetos pesados, evitando así que el agresor entrara al comercio.

Finalmente, el sujeto fue desarmado en el exterior y denunciado por portar un arma blanca y alterar el orden público.

Precisamente, la isla canaria es foco de actualidad en los últimos días, desde que se conoció la detención de la presidente de la ONG Quroum Social 77, Delia García, y al socialista y director de centros Enrique Quintana.

Quorum

 

La causa permanece secreta pero a los dos detenidos se les investiga por la presunta comisión de delitos de lesiones, odio, omisión del deber de impedir delitos o promover su persecución, contra la integridad moral y amenazas. Los policías han clausurado uno de los centros que gestionaba y ahora tendrán que buscar un nuevo destino para 148 menores que estaban en esta instalación.

Según La Razón, el origen de esta investigación se produjo por la denuncia de presuntos abusos que interpusieron en uno de sus centros, que se encuentra ubicado en Santa Brígida. Ese primer incidente acabó con un total de nueve detenidos pero las pesquisas continuaron. El edificio fue clausurado el pasado mes de mayo y trasladaron a sus 45 inquilinos.

De esta forma, el avance de las diligencias determinó que los encargados de los centros habían apagado todas las cámaras de vigilancia instaladas en el resto de las infraestructuras. Un apagón masivo para no revelar lo que ocurría en el interior de sus paredes.

Así es que, llegamos a otro estadío respecto a la inmigración ilegal en España. Continúan llegando inmigrantes, como por ejemplo en Ceuta, donde 50 de ellos han arribado a nado a las costas, y después nos encontramos o con el modelo Marlaska -dejamos que entren y luego les repartimos por la Península sin preocuparnos de su integración ni de los problemas que generen en la sociedad- o, y aquí está ese otro estadío, les dejamos en centros de menores y gestionamos su estancia, al estilo Quorum Social 77: recibiendo ayudas y presuntamente abusando de los residentes. Esto marcha. 

Y todo ello nos lleva a recordar las palabras de Samuel Vázquez, portavoz de inmigración de Vox: Cuando hablamos con él sobre la llegada de pateras a España, Vázquez recuerda una escena de la película "Suburra" en la que se afirmaba que el tráfico de seres humanos es la droga del S.XXI, una industria, una red que genera ingentes beneficios y que está convirtiendo el Mediterráneo "en un gigantesco cementerio". A quienes viajan en esas pateras, que son, por otra parte, la mano de obra más fuerte que podría ayudar a levantar sus países de origen, hay que ayudarles a que no se tiren al mar. A que no lleguen a sus destinos y sean transportados por tren o en avión a otros lugares y tratados como reses, como mercancía, argumentando que es por humanidad. "Como católico y como cristiano, me niego a admitir que eso es humanidad". Esas personas representan la nueva esclavitud del S.XXI.