Sr. Director: 
El domingo, en la iglesia a la que asistí, el sacerdote, como otras veces, arremetió en voz alta y fuerte contra las multinacionales, hablando de la pobreza y la desigualdad en el reparto de la riqueza.

 

Un cursillo de economía de dos tardes, sería bien venido

Si bien hay que admitir, que en algunos casos, pudiera tener razón, se me ocurren algunas ideas:

1ª.-Que no es el lugar adecuado para esa filípica. En el Evangelio no se habla de mejorar el sistema económico vigente en Israel y Roma. Sí, de la responsabilidad personal de practicar la pobreza, que no implica la no existencia de riqueza. Los pobres los tendréis siempre con vosotros.

2ª.-Que hay mucha gente, que cobrando mucho o poco, viven en nuestro país de los salarios de las multinacionales. En nuestras propias familias podemos encontrar muchos ejemplos. El avaro injusto puede ser tanto una multinacional como una pyme.

3ª.-Que como regla general, las multinacionales, tal vez a cambio de salarios moderados, extienden la riqueza a muchas pequeñas empresas cercanas a su actividad.

4ª.-Que estos latiguillos, no raros en esos medios, son restos del marxismo residual mental, impropios de personas informadas. Marxismo puro, que oculta la lucha de clases. Es marxismo el hecho de querer conseguir la paz y la felicidad en un mundo sin Dios, conseguido por nuestra  sola fuerza humana.

5ª.-El mismo día, en La Vanguardia, diario de Barcelona, aparecía un artículo en su suplemento económico, comentando el libro África Despierta. En ese artículo, se manifiesta cómo las multinacionales están emprendiendo un camino para abrir los mercados africanos, el consumo y el bienestar, en cuyo movimiento participa una nueva generación de jóvenes intelectualmente mejor formados que sus padres, que con la ayuda de las nuevas tecnologías como el teléfono, los ordenadores, los medios de comunicación, etc.  transformarán a África a posiciones como ahora gozan La India, China y Brasil.  .

Pero en el backstage del desarrollo, están las multinacionales. No se pueden eliminar los abusos.

Pedro Peña Perez