Sr. Director:

Alguien ha dicho que bastaría con un Gloria in excelsis Deo, -por usar el latín tan querido por Ratzinger-, para cambiar al secretario de Estado del Vaticano.

Pero quizás funcionaría analizar esta decisión del Papa, -precisamente como suelo traducir un texto clásico (cosa que hago muy a menudo, pues a mí también me gusta el latín)-. Es como montar un puzzle, cosa sencilla: primero se ha de localizar el verbo y ver en qué número está, para pasar después encontrar el sujeto, que está en caso nominativo o acusativo si se trata de una oración completiva. El resto de los complementos indican de qué tipo de oración se trata.

Montemos ahora un puzzle con la realidad de algunos de los hechos que han llevado a Benedicto XVI a nombrar secretario de Estado del Vaticano al Card. Tarcisio Bertone, en contraposición a algunas críticas demasiado primarias, quizá porque las han formulado quienes no se acostumbraron a analizar estructuradamente situaciones históricas o simples textos en latín o en griego.

En primer lugar se ha considerar que el Card. Sodano llevaba cuatro años consecutivos presentando su petición de renuncia por motivos de edad. No se trata simplemente de un cambio, es una aceptación a una petición del mismo Card. Sodano.

Se dice que Benedicto XVI ha nombrado secretario de Estado al Card. Bertone por ser amigo suyo, pero que en realidad este cardenal carece de la experiencia diplomática necesaria para mantener relaciones con más de 170 países, como corresponde al cargo que en septiembre asumirá.

Ciertamente Bertone es amigo de Benedicto XVI pues el cardenal trabajó a partir de 1995 y durante siete años como secretario de Joseph Ratzinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Esto quiere decir que Benedicto XVI ve en el cardenal a alguien que le conoce y que podrá ayudarle atinadamente en su misión de Pastor de la Iglesia universal. Es una muestra de la humildad de este Papa que a cada paso nos sorprende mostrándonos su espíritu de sencillez: necesita ayuda como todos y la solicita como pocos. Y el que escoja para este cometido a un religioso salesiano es un modelo de apertura y de aprecio hacia la vida religiosa en general y hacia la familia salesiana en particular.

Pero Bertone no es el primer cardenal que es nombrado secretario de Estado sin tener experiencia en la diplomacia vaticana, pues en las mismas condiciones fue nombrado el cardenal Villot secretario de Estado durante el pontificado de Pablo VI. El Card. Bertone capaz de conjugar la atención pastoral y la preparación doctrinal cumplirá con altura cuanto le exija su misión en la Iglesia.

Benedicto XVI lo sabe, y se nota, por eso lo ha elegido.

Borja Dolz

equipogama@arcol.org