Ocurrió la semana pasada, en Tánger. La peletera y multimillonaria Elena Benarroch no puede celebrar su cumpleaños como una ciudadana más. Recuerden: el estilo es el hombre, y hasta la mujer. Benarroch vende vaqueros a 300 euros, jerseys a 1.200 y un abrigo puede alcanzar los 60.000 euros. Vamos, una señora. Pero, ojo, una señora progresista. Más rigor: progresista y millonaria.

Por eso, decidió celebrar su cumpleaños en Tánger, una ciudad mal urbanizada, pero donde los ricos pueden encontrar rincones mucho más lujosos que cualquier hotel occidental. Es sabido que el lujo más excéntrico convive con la miseria, y que los hoteles más sibaritas están en las ciudades del Tercer Mundo.

Y Benarroch se hizo rodear del nuevo poder político, económico y cultural (lo de cultural es una forma de hablar) llegado a La Moncloa el 14 de marzo: los millonarios progresistas. Así, entre los invitados figuraban Mister X (es decir, Felipe González; el apodo se lo atribuyeron en la época de los GAL, cuando él, al frente del Ejecutivo, se enteraba del terrorismo de Estado por la prensa), el ex ministro del Interior y condenado por dicho terrorismo de Estado, José Barrionuevo, acompañado de su señora, Juan March, representando a los financieros más cercanos al PSOE y a Jesús Polanco, Matías Cortés (abogado y asesor áulico de Emilio Botín y de Jesús Polanco), Marisa Yordi de Borbón, relaciones públicas de Loewe y matrimoniada con Alfonso Carlos de Borbón y Escasany, primero de S.M. el Rey don Juan Carlos. Como eximio representante de la nueva cultura progresista figuraba, cómo no, Pedro Almodóvar, que, utilizando la comentadísima terminología de la Casa Real en sus invitaciones para la boda del 22 de mayo, acudió al sarao "sin cónyuge". El resucitado empresario Manolo Guasch, ex de Ebro y de Renault, también pululaba por aquellos lares. Juan March y Matías Cortés llegaron juntos, en el mismo avión privado, y se supone que Felipe González tomaría un avión de Iberia, que para algo tiene el  derecho a viajar gratis con Iberia como ex presidente del Gobierno que es.

Y la verdad es que se lo pasan muy bien. Cantan, bailan, se juramentan con la derechona y certifican que el poder ha vuelto do solía y do debía: a la gente millonaria y progresista, gente de vanguardia, de izquierdas. Por el momento, estos son algunos de los representantes que más influyen en la nueva Administración Zapatero, aunque Benarroch aún no ha conseguido que acuda a su cumple el nuevo inquilino de La Moncloa.

No cabe duda: el Felipismo se despereza, tras el sueño, la pesadilla más bien, de ocho años.