Las cifras de CIS nos dicen que cada vez hay más españoles que se declaran católicos y aumenta la práctica dominical de la eucaristía e incluso los que acuden al sacrifico de la misa en días que no son fiesta de precepto. Y eso es bueno.

Lo que no es tan bueno es que aumente el número de creyentes no practicantes (no me gusta el término porque no me dedico a poner inyecciones pero...).

No olvidemos que hay algo que no puede medir el CIS y hasta donde llega la cosmovisión cristiana de un pueblo, esto es, aquello a lo que nos referimos cuando hablamos de católicos formados y católicos de misa de doce.

No olvidemos que España, ahora sí, no en la II República, sí está dejando de ser católica, especialmente en su arquitectura intelectual. Y además, la España oficial es furibundamente cristófoba.

La imagen de las encuestas van en la línea de lo anunciado por Benedicto XVI para todo el orbe cristiano. Parecemos encaminarnos a una cristianismo en minoría, donde los comprometidos con la fe son mejores en calidad y menores en cantidad.

Una iglesia pequeña de almas-víctimas, dado que el estado de cristofobia al que se ha llegado en España es 'ligeramente preocupante'.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com