El día 12 de octubre celebramos la festividad e la Virgen del Pilar, patrona de Aragón, de España y de la Hispanidad. Con permiso de los mexicanos y su inmenso amor por la Virgen de Guadalupe, que no osaría yo mancillar. El Presidente español Rodríguez Zapatero ha aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Tormes por Salamanca, para organizar la cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. El 12 de octubre se celebra el tradicional desfile militar que es la Fiesta Nacional.

No es mal día el de la Fiesta Nacional para preguntarse sobre la esencia de España, con estatuto o sin él. Lo cierto es que la etimología no suele mentir: si Hispanidad procede de Hispania, por algo será (al parecer, el primer significado del término España nos lo colocaron los fenicios, y o significa otra cosa que tierra de conejos).

Pero volvamos a la esencia ¿Qué es lo que caracteriza a España y a la Hispanidad? Está claro que su Fe católica. Casi la mitad de los católicos del mundo tienen el castellano como lengua materna.

¿Y dentro del orbe católico, tiene la Hispanidad alguna especificad? Sí la que le colocara Juan Pablo II, que llamaba a España Tierra de María. La verdad es que podría habérsele aplicado a cualquier país hispano. No puede hablarse de Hispanoamérica sin hablar de santa María: puede decirse que ni en España ni en Hispanoamérica existe una aldea que no posea su advocación mariana.

La mariología tiene una serie de características. Por ejemplo, es la devoción más viril del Cristianismo, sin duda la más recia, quizás la más exigente. El amor a María es siempre el más exigente. Amanerados, abstenerse.

En segundo lugar, la devoción a la Virgen está marcado por la ausencia de pedantería, tan habitual en el foro público y en especial en el mundo político. Recuerdo que de joven (sí, yo también he sido) me sorprendió muchísimo la posibilidad, expresada desde cierto púlpito, de que Maria de Nazaret fuera analfabeta. ¡Caramba! Aquello parecía una ofensa merecedora de un buen mandoble. Luego fue experimentando que n que muchas mujeres judías del siglo I podían ser analfabetas y basar su cultura, preferentemente escritúrica, en la tradición oral, en la palabra. Y así, lo que comenzó siendo una sospecha e injuria acabó por ser una conclusión aceptada: es más, colijo que la sabiduría es más propia de la tradición oral que de la pedantería escrita. Estoy convencido de que santa María es asiento de la sabiduría y a la par, analfabeta. Es una combinación ideal. Nada más profundo que la palabra.

A lo mejor los hispanos somos poco amigos de la lectura, pero más sabios que otros colectivos del planeta.

Otra reflexión: está claro que la progresía española, tanto de izquierdas como de derechas, ha optado por Europa y ha despreciado, como muestra del Tercer Mundo, a Iberoamérica, su gran obra histórica. Los hispanos tenemos complejo de inferioridad frente a la colonización anglosajona, a pesar d que ésta fue homicida y la nuestra no. Pero no hablo ahora de eso. Me refiero a la idea de que el calvinismo era una religión (cultura, como se dice ahora) superior, buena prueba de lo es que el mundo calvinista. Estados Unidos, Reino Unido, Holanda o Alemania, están más avanzado que el universo hispano.

Resultaría muy largo rebatir esta media verdad pero ahora simplemente quiero reparar en un detalle que a veces se nos olvida. Europa es un continente viejo y rico, América es un continente más pobre y más joven como el catolicismo, como Hispanoamérica. Mientras el viejo busca conservar la riqueza conseguida, el joven busca la libertad y la felicidad. Aún no está obsesionado con el poder como sus mayores, aún no es conservador, como los países más ricos del Viejo Continente. Europa tiene ya poco de admirable: es rica pero ya no arrastra a nadie. Es rica, vieja y triste. América aún ama la vida, Europa parece odiarla.

Pero aún hay otra cuestión digamos cronológica. Cuando España se volcó en Iberoamérica adoptaba la actitud del adulto, a fin de cuentas, la madurez no es otra cosa que dejar de ser servido y empezar, no sólo a ser autosuficiente, sino a servir a los demás, sean la anterior generación o la posterior. Pues bien, al optar por Europa, España optó por su adolescencia, por intentar vivir de las subvenciones de Bruselas. Cuando, siglos atrás, optó por Iberoamérica, optó por ayudar en lugar de por ser ayudado, y eso le condujo a su plenitud histórica. Ahora simplemente estamos de retirada, y me temo que, o viramos hacia América, o nos espera el abotargamiento y, un poco más allá, el asilo.

Eulogio López