Tal y como adelantó Hispanidad, los principales medios periodísticos de Argentina revelan la intención del Gobierno de Kirchner de levantar las impugnaciones de los Balances 2002, 2003 y 2004 de Aerolíneas Argentinas S.A. regalada por el Gobierno de Aznar al Grupo Marsans de Gonzalo Pascual, Gerardo Díaz y Antonio Mata por 1 dólar más un subsidio de 808 millones de Euros en Octubre de 2001.

Por entonces, los socialistas en la oposición despotricaban e impulsaban la investigación de uno de los escándalos económicos más resonantes de la democracia en España.

Hoy en el poder las huestes de Zapatero, con Sebastián a la cabeza, parecen haberse olvidado de sus cuestionamientos a los populares y sus promesas electorales de transparencia y lucha contra la corrupción. Según indican fuentes periodísticas del país austral, contribuirían con más de 300 millones de Euros al proyecto reestatalizante y gratuito con que Kirchner pretende demostrar su modelo de pseudo transparencia y anticorrupción, que caracterizaron sus discursos setentistas contra el modelo neoliberal de la década de los 90 en la Argentina.

Tanto Kirchner como Zapatero pretenden resolver cuestiones que se ventilan ante la Justicia de ambos países. Ambos dirigentes han buscado soluciones mágicas que aseguren la impunidad de los delitos que los tribunales españoles y argentinos investigan.

Los españoles ya han puesto de su bolsillo más de 3.000 millones de euros para sustentar una línea aérea de bandera que, pese a detentar los colores borbónicos les es absolutamente ajena a sus intereses.  Debemos preguntarnos los españoles hasta cuándo continuaremos derrochando nuestros fondos públicos para proteger la corrupción que impera en otras tierras.

Mientras Antonio Mata se pasea por distintas oficinas de empresarios españoles, pretendiendo desprenderse de su tenencia accionarial en Aerolíneas, con miras a obtener el lucro de sus desaguisados como empresario aeronáutico, el Gobierno de Kirchner busca a través del abogado Horacio Pedro Fargosi, Presidente del Directorio de Aerolíneas Argentinas y sus aceitadas influencias en la Justicia, lograr la ansiada salida a la Bolsa de Comercio Argentina de la que éste oscuro personaje detenta la Presidencia.

Mientras todo esto ocurre y siempre siguiendo las profusas informaciones emanadas de la prensa argentina, pareciera que grupos empresariales como Roggio ó TBA (Cirigliano) aspiran a quedarse como gerenciadores junto con Marsans de una empresa aerocomercial que sólo ha podido subsistir gracias a los fondos aportados por los contribuyentes españoles.

Esperemos que el periodismo del país austral equivoque sus noticias y éstas no resulten más que operaciones llevadas a cabo por quienes como hasta aquí han hecho de la corrupción y la impunidad un proceder político que ambos pueblos repudian.