Nueva oportunidad perdida para poner orden en ese monstruo en el que se han convertido los mercados financieros, con motivo de la ayuda para el salvamento de Grecia.

Ahora, todos los especuladores saben que si un país de la Unión Europea no puede pagar sus deudas, el resto le ayudará: se lo ponen fácil a los buitres.

Veamos, entre Europa y el Fondo Monetario Internacional, pero sobre todo la Unión, se ofrecerá a los griegos 110.000 millones de euros. ¡Ojo! No es dinero, no es solidaridad, son créditos, al 5% de interés. ¿Comprenden el juego? Como te has endeudado más de lo que debías, llegamos nosotros, tipos generosos, y te salvamos a costa de que te endeudes por 110.000 millones más. Ustedes se preguntarán si nos hemos vuelto todos gilipollas o sufrimos de enajenación transitoria y la respuesta es que sí.

Es evidente que cuando un Gobierno o una empresa se hunden por sobreendeudamiento lo que hay que hacer es ayudarle, pero no con créditos, sino con dinero, para construir infraestructuras para servicios públicos básicos y con ayudas a la exportación, principalmente.

Esa ha sido la constante en la construcción de Europa durante 60 años: países ricos que transferían rentas a los menos ricos y éstos a los países pobres -llamados emergentes, que aquí todos somos esclavos del eufemismo-. ¡Ojo!, transferían fondos, no otorgaban créditos a cambio de que los gobiernos griegos, culpables del sobreendeudamiento -o técnica para ganar votos y mantenerse en el poder- ahogaran a sus ciudadanos para ablandar a Bruselas, a Francfort y a Washington (esto va por lo del FMI). Insisto, no son fondos, son préstamos.

Las deudas se pagan, y las deudas financieras se han convertido hoy en la forma con la que los poderosos, los gobiernos ricos, extorsionan a los pueblos pobres y pequeños.

Y encima, ahora los especuladores saben que pueden enriquecerse apostando contra el bono griego -o el portugués, o el irlandés, o el español- porque enseguida vendrá Bruselas a echarle una mano. Una mano al cuello, se entiende, que no servirá al ciudadano de Atenas o de Salónica, pero sí al especulador que vive en Nueva York. ¡Guay de crear precedentes peligrosos!

Lo que se debió hacer es dejar caer al bono griego y ayudas a los griegos con fondos europeos, fondos de cohesión, por cierto. Ahora, se ha perdido otra oportunidad espléndida por no dejar quebrar a Grecia. Segunda oportunidad, como la que se perdió en 2007 y 2008, al no dejar caer a los bancos americanos y británicos al comienzo de la crisis financiera.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com