La Autoridad de Seguridad Nuclear francesa ha decidido permitir a la empresa EDF alargar la vida de 34 reactores nucleares de 900 MW de 30 a 40 años. Además, asegura que estudiará la petición de alargar la vida definitiva hasta los 60 años.

Su gemela en España, el Consejo de Seguridad Nuclear hizo lo propio con Garoña, pero aquí contamos con un presidente progresista, o sea que estamos condenados a la ruina.

La segunda noticia del martes es que el Consejo de administración de la empresa propietaria de Garoña (Nuclenor, compuesta por Endesa e Iberdrola) ha decidido llevar al Gobierno Zapatero a los tribunales. Reconozco que, días atrás, cuando se anunció esa posibilidad, el recurso me pareció una tontería. La decisión del Ejecutivo Zapatero, era una estupidez, pero no me parecía impugnable. Ahora bien, una vez observada las entrañas empiezo a creer que puede tener su oportunidad. Y es que la orden de cierre de Garoña no sólo es una tontería energética, es mucho más: sin decreto de expropiación, sin indemnización alguna y con el coste de desmantelamiento a cargo del expropiado. No sólo es un ataque a la libertad de empresa, es algo mucho más grave: es un ataque a la propiedad privada, una arbitrariedad propia de un gobernante frívolo (-así es como ha definido Ana de Palacio, vicepresidenta de la francesa AREVA, la decisión de Gobierno Zapatero-).

La libertad de empresa es un valor importante pero el derecho a la propiedad privada lo es mucho más. Como decía Chesterton, no es lo mismo la empresa privada que la propiedad privada, y lo explicaba con un ejemplo meridiano: un ladrón pude ser un entusiasta defensor de la empresa privada pero nunca lo será de la propiedad privada. En cualquier caso, en el presente caso, no hay problema: el cierre de Garoña por la frivolidad progre de ZP es un atentado a la libertad de empresa y a la propiedad privada.

Eulogio López

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