Sr. Director:

El Instituto de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid ha repartido entre las farmacias, para su difusión a los clientes, un folleto titulado Le ofrecemos un estudio básico de salud. En su interior se oferta, en función de la edad,  una serie de controles, prevenciones y consultas. Sorprendentemente, entre las pruebas del grupo denominado infanto-juvenil, hasta los 24 años, aparecen la prevención de enfermedades de transmisión sexual, la anticoncepción de emergencia y la prevención del embarazo no deseado.

Dudo mucho de que esos tres conceptos, que asoman inocentemente mezclados entre otros más usuales como salud bucodental o vacunaciones, respondan al otro más genérico de Salud Pública y que requieran un enfoque y tratamiento distintos. Las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no queridos son evitados siempre que la persona asume correctamente la dimensión sexual de su naturaleza. Los responsables del Ayuntamiento ahorrarían mucho tiempo y dinero de los contribuyentes si explicaran, sencillamente, que la sexualidad en los seres humanos civilizados es fruto del amor entre un hombre y una mujer, amor que se refrenda en el matrimonio y que no necesita profiláctico alguno.

En relación a la anticoncepción de emergencia, resulta que la tristemente célebre píldora del día después actúa en multitud de casos no como un anticonceptivo sino como un fármaco abortivo puesto que destruye el óvulo ya fecundado.  Además, el Alcalde decidió ya a finales del año pasado repartir dicha píldora gratuitamente y sin el conocimiento de los padres en los Centros de Salud municipales, incluso a niñas menores de edad de hasta 10 años, con lo cual se hace difícil que se trate de una anticoncepción de emergencia. Más bien se está mostrando la tendencia de que muchas menores consumen la píldora como caramelos gracias a la encomiable labor del Regidor, desconociéndose los efectos secundarios que en un futuro dañarán su salud, pues se trata de un fármaco casi recién estrenado, aprobado para su comercialización en España por la ex-ministra de Sanidad de Partido Popular Ana Pastor.

Panfletos infames como éste provocan la confusión a los ciudadanos cuando se acercan a una farmacia en busca de un medicamento, en lugar de informar debidamente. Más les valdría a Gallardón y a Ana Botella aplicar la Doctrina Moral y Social de la Iglesia si es que son católicos, cosa que yo pongo en tela de juicio. Estamos hartos de ver cómo se rodean de Obispos, se acercan a besar a la Santísima Virgen e incluso comulgan en público para luego contribuir generosamente al laicismo anticatólico imperante. De las bodas entre sujetos del mismo sexo o de la cirugía transexual mejor ni hablar. Los Estatutos del PP incluyen una referencia al humanismo cristiano, pero ni el genocidio de seres humanos por nacer es humano ni el sacrilegio continuo es cristiano.       

Blas Piñar Guzmán

bpinar@hispanitas.org