Florentino Pérez preside la principal constructora española, ACS-Dragados, así como el Real Madrid. Su carrera ha sido meteórica y se convirtió, con la ágil utilización de ambas palancas, en uno de los empresarios claves del Partido Popular e intocable por parte de los grandes medios de comunicación. Pero los hechos son tercos y las cuentas empiezan a no salir. Empecemos por la constructora.

 

El 1 de mayo de 2003, recta final de la fusión, ACS vale en Bolsa 2.193 millones de euros, mientas que Dragados estaba en los 2.958 millones de euros. Es decir, que ambas empresas salían por los 5.151 millones de euros. Los valedores de las fusiones, es decir, todos aquellos empresarios que se fusionan, hablan de sinergias. Es decir, que la fusión de dos sociedades debería superar el valor de cada una de ellas por separado. O sea, que, con números, 1 1 debería ser igual a 2,5. Sin embargo, la nueva ACS-Dragados vale hoy en Bolsa 4.708 millones de euros, es decir, un 9% menos que el 1 de mayo de 2003: 1 1=2,5.

 

Pero es que no es sólo eso. ACS se ve obligada ahora a refinanciar 900 millones de euros, la deuda que asumió para que el pez chico, la ACS de Florentino, se comiera al pez grande, que era Dragados. El valor para el accionista no ha aumentado, sino todo lo contrario, y la rentabilidad sobre recursos propios (ROE), que en la ACS pre-fusión estaba en el 18% y en Dragados en el 19%, se ha derrumbado hasta el 12,5%. Da lo mismo, los pequeños accionistas tendrán que acomodarse a los deseos de los tres grandes socios: los March, los Albertos y el propio Florentino.