Vean las cifras del último padrón municipal: en un año somos 400.000 habitantes menos en España. Pero lo más grave es que la natalidad empieza a ser inferior a la mortalidad. Es decir, no sólo estamos abocados a ser un país de viejos -eso ya lo somos- sino también un país despoblado. El desierto avanza en España y la desertización humana siempre precede a la de la naturaleza. Sí, es otra idea olvidada desde que todos nos volvimos tontiecologistas. El hombre no depreda la naturaleza, sino que la fertiliza.

El caso es que España desaparece por consunción y el Gobierno, muy preocupado por la corrupción -sobre todo por la suya- y por el problema catalán, dos hechos que absorben todas sus potencias, ni se plantea aumentar las paupérrimas ayudas a la natalidad vigentes en España.

Y lo de las mayores desgravaciones fiscales de Cristóbal Montoro no lo admitimos ni a beneficio de inventario. Pitorreos los justos.

Hispanidad

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