Sr. Director:

Del aumento del Producto Interior Bruto (PIB) a la mejora de la situación económica personal va un trecho. Algo que Pedro Nueno, explicaba con claro humor, hace una década. Mucha gente hoy, finalizando el año 2005, nos hacemos la misma pregunta. ¿Por qué el crecimiento del PIB parece demostrar que nuestra economía va bien, pero algunos no se lo acaban de creer sobre la base de lo que ven a su alrededor?.

Puede que nos estemos equivocando. Por ejemplo, si todos los matrimonios que viven en las puertas B de todos los rellanos de todas las casas del país decidiesen divorciarse y requiriesen los servicios de abogados especializados, el PIB experimentaría un salto brusco, sin incremento de riqueza y con peor calidad de vida. Si las restantes cansadas amas de casa y las familias desunidas pidiesen cada día una pizza para cenar, en lugar de cocinar en casa, seguiría creciendo el PIB. Y si, finalmente, con tantos hogares rotos, un tercio de los niños menores de 10 años requiriese asistencia psicopatológica, esto seguiría provocando aumentos muy apreciables del PIB.

El PIB va sumando transacciones, tanto si a usted le facilitan la vida como si se la hacen insoportable. Y con el crecimiento del estado del bienestar de que algunos parece que estamos disfrutando en los últimos años hay muchas más transacciones que antes, (no importa que muchas no creen riqueza) y, por tanto, más PIB (aunque los datos de Cáritas nos adviertan que unos 8 millones de españoles viven en el umbral de la pobreza).

Algunos economistas, argumentan que si se midiese bien el PIB -ese que al creer usted tendría que notarlo-, seguramente nos daríamos cuenta de que a la mayoría de los europeos y, especialmente, a los españoles hace años que no nos crece de verdad el PIB.

Antonio García-Berbel Mudarra

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