En medio de la crispación que atenaza a España es una suerte contar con una ministra de mente clara, como la titular de Sanidad, Elena Salgado. Por ejemplo, con motivo del nuevo informe de Naciones Unidas sobre el SIDA, doña Elena nos ha recordado la necesidad de emplear el preservativo (vulgo condón o, más vulgo, goma) para prevenir la salvaje pandemia.

Según la ONU más de siete de cada diez casos de SIDA se producen por contaminación sexual. Esto indica que si la gente no copulara con quien no debe, tendría grandes posibilidades de evitar el contagio, pero Salgado no lo ve así. Para Salgado, el asunto es practicar una sexualidad responsable y saludable. Es decir, con goma. Sin hijos, pero con goma. Con su pareja o con quien acaba de conocer pero con goma.

Veamos: aconsejar el uso del chaleco antibalas no parece el mejor modo de evitar los homicidios. Más bien se trata de convencer a la gente de que eso de ir manufacturando fiambres no parece el mejor medio para una convivencia pacífica y, si fuera el caso, no se trataría de prescribir chalecos antibalas sino de reducir el número de armas de fuego en poder de la sociedad.

Sin embargo, con el SIDA se utiliza, el primer razonamiento. Para nada se habla de abstinencia y fidelidad (de pureza ya ni se plantea), para nada se dice que la penetración anal no es sexo, sino una impresionante guarrada antinatural. Simplemente se anuncia el condón, que, por si fuera poco, falla tanto como un escudo antibalas o que una escopeta de feria.

Es el pensamiento invertido de doña Elena Salgado, Invertido significa, naturalmente, no eso que están ustedes pensando, sino un pensamiento donde la izquierda es la derecha, la derecha es la izquierda y el centro no hay quien lo encuentre. El de Elena Salgado.

Elogio López