• El Papa explica que ha querido comenzar su peregrinación ahí para alertar una vez más acerca de "la cultura del desecho contraria a la cultura de la acogida".
  • Anima a la Iglesia a "despojarse de toda mundanidad espiritual, que mata el alma y a las personas y a la propia Iglesia" y "que lleva a la vanidad, a la prepotencia, al orgullo".
  • "La paz franciscana no es un sentimiento almibarado, por favor: ¡ese san Francisco no existe!
  • Y ni siquiera es una especie de armonía panteísta con las energías del cosmos…", advierte el Pontífice.
  • Y ha manifestado que "quien sigue a Cristo, recibe la verdadera paz, aquella que sólo él, y no el mundo, nos puede dar".
  • En la homilía, ha orado por la paz en el mundo: "Que cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, que callen las armas y en todas partes el odio ceda el puesto al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión".
Visita del Papa a la ciudad del santo del que tomó el nombre, Francisco de Asís, que además es patrón de Italia. Como siempre, las palabras del Santo Padre son nítidas y contundentes. En su primer acto, una visita a Centro para niños discapacitados donde se detuvo para saludarlos a uno a uno, junto a sus padres, lanzó sus primeros aldabonazos, improvisados.

"Estamos entre las 'llagas' de Jesús -dijo, en referencia a los niños discapacitados allí presentes- y estas llagas deben ser escuchadas, reconocidas; me viene a la mente el momento en el que Jesús iba en el camino con dos discípulos tristes (por su muerte), y el señor Jesús al final les hizo ver sus llagas y ellos lo reconocieron".

"Encontremos las llagas de Jesús. Estas llagas deben ser escuchadas. Quizá no tanto en los diarios o en las noticias; esa es una escucha que dura uno o dos días, luego viene otra (noticia), y otra. Deben ser escuchadas por aquellos que se dicen cristianos. El cristiano adora a Jesús, busca a Jesús, sabe reconocer las llagas de Jesús". "Jesús está presente en la eucaristía, entre ustedes, las llagas de Jesús están en estas personas".

"Cuando Jesús resucitó era hermoso, no tenía en su cuerpo las huellas y heridas, nada, sólo quiso conservar las llagas y se las llevó al Cielo, las llagas de Jesús están aquí y están en el Cielo frente al Padre. Nosotros curamos las llagas de Jesús aquí y en el Cielo. Él las nuestras y nos dice a todos nosotros los estoy esperando. Que así sea", concluyó.

El Pontífice ha explicado que ha querido comenzar su peregrinación ahí para alertar una vez más acerca de "la cultura del desecho contraria a la cultura de la acogida". En esta línea, Francisco asegura que "las víctimas de la cultura del desecho son las personas más débiles, más frágiles" pero en cambio en esta casa "ve en acción la cultura de la acogida".

De este modo, el Pontífice ha resaltado la colaboración conjunta "por la vida digna de personas con graves dificultades", agradece "este signo de amor" que es "signo de la verdadera civilización humana y cristiana" y anima a colocar "al centro de la atención social y política a las personas más desfavorecidas" ya que en ocasiones las familias se encuentran solas para hacerse cargo de ellos.

Así que el Papa ha animado a "multiplicar las obras de la cultura de la acogida, obras sobre todo animadas por un profundo amor cristiano, amor a Cristo crucificado, a la carne de Cristo, obras en donde se unan la profesionalidad, el trabajo calificado y justamente retribuido, con el voluntariado, un tesoro valioso".

El Papa Francisco también ha lanzado un mensaje a la Iglesia, que "debe despojarse de toda mundanidad espiritual, que mata el alma y a las personas y a la propia Iglesia" y "que lleva a la vanidad, a la prepotencia, al orgullo". Ante un grupo de inmigrantes y necesitados, el Papa recordó que Jesús dice que no se puede servir a dos patrones, o se sirve a Dios o a la mundanidad: al dinero, a la vanidad y al orgullo.

"La mundanidad espiritual asesina el alma y mata a las personas, mata a la Iglesia", mantuvo Bergoglio. Y aseguró: "Tantos habéis sido desnudados de este mundo salvaje que no da trabajo, que no ayuda, que no importa si mueren de hambre en el mundo ni importa si tantas familias no tiene para comer, no tiene la dignidad de llevar al pan a casa".

Se ha acordado también de "tanta gente huya de la esclavitud, del hambre, huir buscando la libertad y tantas veces vemos que encuentran la muerte como ocurrió ayer en Lampedusa", donde al volcar una embarcación cargada de inmigrantes murieron al menos 111 personas y dos centenares permanecen desaparecidos.

Luego, en la homilía de la misa -recogida por Zenit-, el Papa ha destacado la pobreza de Francisco de Asís: "Esta elección de san Francisco representaba un modo radical de imitar a Cristo, de revestirse de Aquel que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2Co 8,9). El amor a los pobres y la imitación de Cristo pobre son dos elementos unidos de modo inseparable en la vida de Francisco, las dos caras de la misma moneda".

Luego ha recordado que -como enseña Francisco de Asís- ser cristianos es una relación "viva con la Persona de Jesús": "El Crucifijo no nos habla de derrota, de fracaso; paradójicamente nos habla de una muerte que es vida, que genera vida, porque nos habla de amor, porque él es el Amor de Dios encarnado, y el Amor no muere, más aún, vence el mal y la muerte. El que se deja mirar por Jesús crucificado es re-creado, llega a ser una «nueva criatura». De aquí comienza todo: es la experiencia de la Gracia que transforma, el ser amados sin méritos, aun siendo pecadores. Por eso Francisco puede decir, como san Pablo: «En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Ga 6,14)".

El Santo Padre ha proseguido enumerando los beneficios de seguir la Cruz de Cristo: "Quien sigue a Cristo, recibe la verdadera paz, aquella que sólo él, y no el mundo, nos puede dar. Muchos asocian a san Francisco con la paz, pero pocos profundizan. ¿Cuál es la paz que Francisco acogió y vivió y que nos transmite La de Cristo, que pasa a través del amor más grande, el de la Cruz. Es la paz que Jesús resucitado dio a los discípulos cuando se apareció en medio de ellos y dijo: «Paz a vosotros», y lo dijo mostrando las manos llagadas y el costado traspasado (cf. Jn 20,19.20).

Por eso, el Papa se ha dirigido a Francisco para pedirle: "Enséñanos a ser «instrumentos de la paz», de la paz que tiene su fuente en Dios, la paz que nos ha traído el Señor Jesús". "La paz franciscana no es un sentimiento almibarado. Por favor: ¡ese san Francisco no existe! Y ni siquiera es una especie de armonía panteísta con las energías del cosmos…", ha advertido Francisco.

Y ha resaltado también del santo de Asís su amor por la creación: "Desde esta Ciudad de la paz, repito con la fuerza y mansedumbre del amor: respetemos la creación, no seamos instrumentos de destrucción. Respetemos todo ser humano: que cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, que callen las armas y en todas partes el odio ceda el puesto al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión.

Escuchemos el grito de los que lloran, sufren y mueren por la violencia, el terrorismo o la guerra, en Tierra Santa, tan amada por san Francisco, en Siria, en todo el Oriente Medio, en el mundo".

José Ángel Gutiérrez

joseangel@hispanidad.com