¿A qué no saben quién brujuleó más en el Congreso del Partido Popular para que fuera aprobado el matrimonio gay? Pues, la suegra del empresario Fernando Fernández Tapias. La suegra de Fefé es una de las baronesas favoritas del Partido Popular. De nombre mágico, María Jesús Celinda Sánchez García, es diputada por Palencia, divorciada (no señalamos a nadie, ella misma hace gala de ello en su biografía oficial de www.congreso.es) y defensora de los derechos de los gays. De lo más progresista que puede encontrarse uno en el Partido Popular. Naturalmente, ya saben que el dinero atrae al progresista como la miel a las moscas. Por tanto, la defensora del matrimonio homosexual tenía que ser suegra del multimillonario Fefé, el empresario de Ruiz-Gallardón, otro progresista, el hombre que invita a su yate a Jesús Polanco o a Alfonso Cortina, sin distinción de raza, ideología y con absoluta confesión de sexo. Derecha, izquierda y centro, todo cabe en el yate de Fefé y el enorme corazón de su suegra.

Celinda es la imagen viva de lo que ocurrió el pasado fin de semana en la derecha española, gobernante hasta el 11 de marzo de 2004 (no, no hay error en la fecha). La verdad es que el cristiano, o simplemente la persona afianzada en una serie de  valores, que continúe confiando en el Partido Popular ya no puede ser calificado de iluso, sino de masoquista. El voto católico sí existe, lo que no existe es una estructura política lo suficientemente firme como para captar ese voto. Lo de siempre: en España hay pueblo católico, lo que falta es vertebración católica, ya sea política, mediática, económica, cultural, etc. Del cristianismo español, y me temo que en menor o mayor medida ocurre lo mismo en todo Occidente, puede decirse algo parecido a lo que Napoleón comentaba sobre el imperio del Dragón: Dejad que China duerma, cuando despierte, el mundo temblará. Cuando el Cristianismo despierte, España y todo el mundo hispano temblarán. Solo que, por el momento, el sueño es profundo.

El presidente del partido político Familia y Vida (una de las formaciones que podría recoger ese testigo si no fuera por su falta de medios  y porque el Partido Popular aún tiene secuestrado el voto católico), José Alberto Fernández, resumen así la situación: El Gobierno Aznar colocó a España al borde del precipicio. Ahora, Zapatero no ha tenido más que empujar un poco.

Así que Zapatero tiene el campo libre. Cada día más demagogos, los socialistas azuzan el odio a la Iglesia y la cristofobia que, no nos engañemos, continúa siendo rentable en España. Insistimos: el español no blasfema para negar a Dios, sino para contrariar a Dios, al menos, al obispo. Cada vez que, sin apearse de la sonrisa, Zapatero sube un nuevo escalón en su política del caca, culo, pedo, pis (aborto, masacre de embriones, divorcio-express, matrimonio y adopción gay, eutanasia, asignatura de religión o simplemente habla de los innegables privilegios de la Iglesia o de la imposición de las creencias) una multitud ruge entusiasmada.

Por su parte, el Partido Popular, en lugar de acoger a los cristianos ofendidos, se dedica a plantear una exquisita equidistancia (el parangón con el terrorismo se entiende muy bien). Es decir, que el cristiano consecuente tendrá que escoger entre dos cosas: o apuntarse a un partido naciente y armarse de paciencia o seguir a la suegra de Fefé.

Eulogio López