El Comité de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa se suma a la tarea de recuperación de la memoria histórica en España. Esta vez de la mano del socialista maltés, Leo Brincat, se aprueba por unanimidad en París una propuesta de condena internacional de las graves y múltiples violaciones de los Derechos Humanos cometidas en España por el régimen franquista. Además, otra de las propuestas es que se decrete el 18 de julio de 2006 como día oficial de condena de la dictadura franquista.

La recomendación adoptada anima a las autoridades españolas a erigir monumentos en memoria de las víctimas del régimen franquista tanto en Madrid como en otras grandes ciudades de España. Además, alaba las iniciativas de retirar los símbolos de la dictadura de los lugares públicos. Labor pinza, que se llama. Pero esta vez, a través de una propuesta un tanto exótica proveniente de Malta, como se sabe, un país extraordinariamente preocupado por la dictadura franquista.

Más pinza. La propuesta de Brincat incluye que España ponga en marcha una comisión nacional de investigación sobre las violaciones de Derechos Humanos cometidas bajo el régimen franquista y elevar con posterioridad un informe al Consejo de Europa. La Asociación por la Reconciliación Histórica se ha ofrecido ya para realizar un análisis historiográfico riguroso sobre las violaciones a los derechos humanos producidas tanto por el Franquismo como por los movimientos izquierdistas durante la guerra civil española.

Seguimos con la pinza. ¿Se acuerdan del proyecto de la vicepresidenta De la Vega de instalar un museo de recuperación de la memoria en el mismo Valle de los Caídos? Pues bien, Brincat corta y pega y propone que se haga una exposición permanente en la misma basílica donde el general Franco está enterrado. Se le olvida que además de Franco y José Antonio, en la basílica están enterrados caídos en la contienda nacional de ambos bandos, como signo adelantado de la reconciliación nacional. Y se le olvida también que la basílica del Valle de los Caídos- como toda basílica- es un lugar de culto, no un museo. De momento, los monjes del Valle de los Caídos, ya han advertido -con razón- que no permitirán utilizar el templo para funciones historiográficas.

A Brincat se le ve el plumero. Afirma que el debate sobre los crímenes del Franquismo se ha intensificado con la administración actual en un intento por establecer un inventario completo sobre los crímenes de la dictadura de Franco. Tiene razón. Durante la Transición democrática, los españoles llegamos a un acuerdo tácito de pasar página, enterrar a nuestros muertos y comenzar una nueva andadura en paz y democracia. Pero hay quien se empeña en desenterrar a sus abuelos y en derribar estatuas de un periodo de nuestra historia con algunas luces y bastantes sombras.

El empeño por la revisión histórica no es sino un empeño revanchista que amenaza peligrosamente nuestra convivencia pacífica resucitando nuestros instintos más primarios de echarnos los muertos a la cara. Eso sí, vía Malta, que hay que internacionalizar el asunto. Una irresponsabilidad más de un presidente para quien la Transición fue un proceso manchado por los lodos de los restos de la derecha franquista y se empeña en marcar la segunda -¿o tercera?- Transición. ¿Por qué no dedicar todas esas energías a proyectar nuestro futuro colectivo? ¿Se imaginan a los norteamericanos dedicando esfuerzos a recuperar la memoria de la guerra de la secesión?