Respirar es un acto automático, pero crucial. Y aunque lo normal es hacerlo por la nariz, muchas personas han aprendido a convivir con una respiración nasal deficiente, crónica y molesta. Lo que muchas veces se atribuye a alergias o a una “nariz tapada” puede ser en realidad una obstrucción nasal con origen estructural, persistente y que requiere atención especializada.

“El paciente que tiene dificultad para respirar por la nariz desde hace años tiende a normalizarlo, pero no es lo normal. Hay que estudiarlo”, advierte el Dr. Josep Antoni Roura, jefe del servicio de Otorrinolaringología de Hospital Quirónsalud Barcelona.

Según el especialista, una exploración completa puede detectar las causas y permitir soluciones eficaces que mejoren la calidad de vida del paciente de forma significativa.

Los problemas de la nariz tapada

La principal culpable suele ser la desviación del tabique nasal, una alteración en la pared que divide las dos fosas nasales y que puede deformarse por causas congénitas o traumatismos. También pueden estar implicadas otras estructuras como los cornetes, cuya hipertrofia (aumento de tamaño) reduce el espacio de paso del aire, o incluso válvulas internas que, por debilidad o malformación, colapsan al inspirar. Asimismo, en ocasiones la obstrucción se debe a la aparición de pólipos u otras lesiones tumorales que ocupan las fosas nasales.

Respirar es un acto automático, pero crucial. Y aunque lo normal es hacerlo por la nariz, muchas personas han aprendido a convivir con una respiración nasal deficiente, crónica y molesta

Una nariz obstruida no solo causa molestias respiratorias. También puede alterar el sueño, producir ronquidos, fatiga matutina, sequedad de garganta e incluso problemas de concentración o cefaleas. En los niños, además, puede interferir en el desarrollo facial y dental, ya que la respiración bucal altera la posición de la lengua y la musculatura orofacial.

Frente a esta situación, el diagnóstico es esencial. Una evaluación completa en consulta incluye una exploración física, una endoscopia nasal (que permite ver el interior de la nariz en detalle) y, en algunos casos, una tomografía computarizada. Con esta información, el especialista puede determinar si el problema es anatómico, inflamatorio, funcional o una combinación de varios factores.

El diagnóstico es esencial. Una evaluación completa permite al especialista determinar si el problema es anatómico, inflamatorio, funcional o una combinación de varios factores

Tratamientos adecuados

El tratamiento varía en función de la causa. En los casos más leves, los fármacos antiinflamatorios, antihistamínicos o descongestionantes pueden mejorar los síntomas. Sin embargo, cuando hay alteraciones estructurales importantes, como desviación del tabique o hipertrofia de cornetes, la solución suele pasar por una intervención quirúrgica.

Estas operaciones, como la septoplastia o la reducción de cornetes, son procedimientos habituales que se realizan bajo anestesia general y no requieren ingreso prolongado. Su objetivo es restaurar la función respiratoria nasal sin afectar a la estética facial. En algunos casos, especialmente cuando se asocian problemas visibles del dorso nasal, se plantea una rinoseptoplastia, que corrige tanto la función como la forma.

La principal culpable suele ser la desviación del tabique nasal. Asimismo, en ocasiones la obstrucción se debe a la aparición de pólipos u otras lesiones tumorales que ocupan las fosas nasales

En definitiva, respirar bien por la nariz no es un lujo ni una rareza: es una necesidad fisiológica básica. Una respiración fluida y silenciosa es más importante de lo que parece. Y cuando falla, puede haber algo más que un simple catarro detrás.

Si respirar te cuesta, si roncas por la noche, si te despiertas con la boca seca o vives con la sensación de tener siempre un lado taponado, no lo normalices. Puede haber una solución. Y el primer paso es preguntar.