Nueva York no cesa en su progresismo, ¿y hay algo más progre que la eutanasia? El Senado de Nueva York ha votado a favor de legalizar el suicidio asistido. La propuesta pasará a la oficina de la gobernadora, que se espera que firme el proyecto. 

La norma permitiría que una persona con una enfermedad incurable pueda solicitar medicamentos para morir, todo bajo la aprobación médica, al menos por ahora, porque ya sabemos a lo que se llega con la eutanasia: mentalidad eutanásica, ya no es con una enfermedad terminal o incurable, sino porque se esté cansado o deprimido y sin que haga falta que un médico valore el caso. Se trata de un plano inclinado o pendiente deslizante muy difícil de parar que provoca que la vida no tenga ningún valor. 

Así, el texto contempla que una persona que padece una enfermedad terminal y que se prevé muera en un lapso de seis meses solicite los medicamentos por escrito. Dos testigos tendrían que firmar la solicitud para asegurar que el paciente no esté siendo coaccionado. Posteriormente la solicitud tendría que ser aprobada por el médico que lo está tratando, así como por un médico asesor.

“No se trata de acelerar la muerte, sino de poner fin al sufrimiento”, afirmó el senador estatal demócrata Brad Hoylman-Sigal, quien promovió la propuesta y obvió, como sucede siempre cuando se habla de la eutanasia, el uso de cuidados paliativos y una ley que los regule, dando a entender que no hay otra solución al sufrimiento que la muerte. Algo que sí ha recordado la oposición republicana, que han exigido que lo que habría que mejorar la atención médica al final de la vida. 

“No deberíamos estar en el negocio del suicidio autorizado por el estado”, sentenció el senador republicano, George Borrello.

Por su lado, la Conferencia Católica del Estado de Nueva York advirtió que la medida provocaría una “pesadilla de suicidio asistido” similar al régimen de suicidio en Canadá, que ha ampliado su propio programa de suicidio para incluir a quienes no pueden dar su consentimiento al procedimiento en ese momento y donde supuestamente las violaciones de la ley no se están reportando.

Dennis Poust, director ejecutivo de la conferencia católica estatal, aseguró que la ley marcó “un día oscuro para el estado de Nueva York”. Poust instó a la gobernadora a reconocer que la ley “sería catastrófica para las comunidades médicamente desatendidas, incluidas las comunidades de color, así como para las personas con discapacidades y otras poblaciones vulnerables”.

“La legislación aprobada en el Senado y la Asamblea no contiene ningún requisito de evaluación psicológica para la depresión u otra enfermedad mental, ni siquiera un breve período de espera para las personas que podrían estar en desesperación tras un diagnóstico terminal”, señaló.

Poust dijo que la conferencia católica pidió al gobierno “ampliar los cuidados paliativos y de hospicio, los servicios de salud mental y el apoyo a los cuidadores familiares”.

Nueva York se une así a un selecto club de otros 11 estados: California, Colorado, Delaware, Hawái, Montana, Maine, Nueva Jersey, Nuevo México, Oregón, Vermont y Washington, así como al Distrito de Columbia.