Entre todas las tonterías sembradas por el buenismo pro-palestino, también en Europa, está la de arremeter contra Donald Trump y contra Netanyahu el día de la firma de un acuerdo de paz.

Por ejemplo, asegura la progresía que el Plan del presidente norteamericano, que se ha iniciado con la liberación de los rehenes, ignora la creación de un Estado palestino. Pues mire, no: es uno de los veinte puntos. A ver si nos damos cuenta de que Donald es un tipo inteligentísimo y que sabe perfectamente que, para llegar una paz duradera los palestinos deben ceder... y los israelíes también. Y esto sin importar de qué parte estés, que él, como debería estar toda Europa y toda América, está con los judíos. 

En Israel se ha demostrado de nuevo que Donald Trump es un hombre de paz, e insisto, extraordinariamente inteligente. Uno de esos personaje extraños que une mucho fondo y poca forma. De apariencia prepotente hasta la caricatura, sin embargo, sabe lo que quiere y cómo afrontar los momentos más espinosos. Sus formas atrabiliarias no son más que un ardid para ocultar sus ambiciosos objetivos. Quien se queda en la primera etapa de sus procesos, en el hecho de que lance unos faroles enormes, se quedará en lo circunstancial. Trump es un farolero que parece más de Texas que de Chicago, pero es un tipo sagaz y muy ambicioso en sus planteamientos. Al revés que Obama o Biden, prefiere pasar por tonto y además es hombre de paz, no el belicista al uso, capaz de ponerse en la cabeza del otro. 

Sí, la paz es difícil y puede romperse en cualquier momento, pero es que palestinos e israelíes llevan matándose desde 1948. Y sí, hay buenos y malos en esta historia: los malos son los palestinos que siempre atacan primero y los buenos son los judíos que son occidentales.

Por supuesto, el Estado palestino se haría alrededor de la Autoridad Nacional Palestina de Mahmud Abbas. Lo más difícil: desarmar a Hamas y establecer quién mandará en Gaza. 

Al revés que Obama o Biden, el muy inteligente Trump prefiere pasar por tonto y, además es hombre de paz, capaz de ponerse en la cabeza del otro. Sus formas atrabiliarias no son más que un truco para alcanzar sus difíciles objetivos

Pero a Trump  se le ha olvidado una cuestión que no es baladí: Jerusalén no sólo es la capital del pueblo hebreo, es también la ciudad santa del Cristianismo y los árabes también la consideran así.

En resumen, en el plan de Trump falta la consideración de Jerusalén como la ciudad abierta a las tres religiones moniteístas. ¿Y esto es importante? A medio plazo, lo más importante. 

Por cierto, Pedro Sánchez, ha aprovechado para sonreir a Trump y este le ha dedicado una sonrisa estupenda y le ha dado palmaditas. Me temo que, desgraciadamente, esto no cambia las pésimas relaciones entre ambos. Significa, tan solo, que, ahora mismo, Trump necesita unanimidad global sobre su plan de paz para Oriente próximo, aprobado hasta por rusos, chinos, indios y brasileños. Por todos.

Donald Trump camina por delante de todos los demás. Pero cuidado, los mismos trucos que tan buen resultado le dieron en Israel no se lo han dado con Vladimir Putin. Esto no ha hecho más que empezar.