Al menos en Occidente, la sociedad actual se caracteriza porque en muy pocas cosas estamos de acuerdo y a esto le hemos dado el curioso nombre de pluralismo. De hecho, en lo único en lo que estamos realmente acordes es que esta sociedad no marcha bien. A nadie le gusta cómo va el mundo y la inmensa mayoría -esta sí, no la de Sánchez- tiene la curiosa tendencia a buscar la salvación individual o, al menos, la mía y la de los más próximos a mí. Sin forzar mucho la nota, uno diría que la opinión mayoritaria es que este mundo está hecho un asco. 

Si preguntas por qué... entonces vienen las discrepancias. Ahora bien, ¿qué diferencia a nuestra sociedad de la de nuestros abuelos? El abandono de Cristo. Dios ha sido expulsado de nuestro mundo. Por lo demás, hay pocas cosas nuevas bajo el sol.

¿Y entonces?