Se habla ya poco sobre el indulto a José Antonio Griñán. El principal argumento de Pedro Sánchez es que todo lo que él hace es legal. Hombre, ¡sólo faltaba que el presidente del Gobierno se confesara prevaricador, fautor de ilegalidades a sabiendas!

Pero me temo que esa no es la cuestión, sobre todo en tiempos de política malvada. La cuestión es que la ley no exige arrepentimiento para conceder un indulto, pero un indulto no debería concederse sin arrepentimiento.

Además, cuando un político se conforma con cumplir la legalidad, debe dedicarse a otra cosa.