En el momento de escribir esta crónica no llegan a una decena los cadáveres de rehenes israelíes, en manos de los repugnantes terroristas de Hamas, que han sido devueltos a su deudos.
Además, ocurre, al igual que con la profanación del cementerio del Valle de los Caídos por Sánchez, que no es tan fácil identificar unos restos humanos. Pero lo cierto es que los miserables de Hamas devuelven ahora a los muertos como antes a los vivos: con cuentagotas... y no como hizo franco en Cuelgamuros: con respeto.
Para los judíos, el cuerpo es muy importante. De hecho, toda la lamentable tendencia hebraica hacia el panteísmo procede de ahí, así como la igualmente lamentable identificación entre sangre y alma.
Ahora bien, el origen de esa tendencia judía es buena; la antropología entiende que la civilización comienza cuando una sociedad empieza a honrar a sus muertos.
Hamas lo sabe y, suponiendo que sepan donde han abandonado los cadáveres de sus adversarios, a los que trata, en vida y en muerte, como a perros, juega ahora a no devolver los restos de los rehenes judíos a los que ha asesinado y a los que ha tratado como a sus hijos: utilizándolos como escudos humanos... son así de cobardes.
No me extraña la respuesta de Israel: si no cumplís lo acordado tampoco nosotros: reduciremos la entrada de ayudas a la Franja.
Insisto: hace dos años que el principal culpable de los que les ocurre a los palestinos gazaríes, sobre todo los niños, la tienen los palestinos de Hamas. No, el culpable no es Israel sino Hamás, no son los otros, son los nuestros.










