Esta es la historia postveraniega de un exministro de Aznar, exhombre fuerte del PP, quien ha trabajado mano a mano con Rajoy durante años, aunque ahora esté apartado del Gobierno y dedicado a una más que lucrativa entidad privada.
No le había visto desde antes de las vacaciones y aprovecha para echarme la bronca por un artículo mío del 28 de agosto, sobre un Rajoy presuntamente deprimido, porque no le sale una a derechas:
-¿Mariano deprimido? ¡Eulogio, no fastidies! ¡Mariano se está fumando un puro en Moncloa!
Se me queda un poco cara de tonto pero he de reconocer que él le conoce mejor que yo. Hombre si yo fuera Mariano estaría ciertamente depre, cabizbajo y meditabundo, incluso 'cabizbundo y meditabajo'. Pero mi interlocutor me explica que para muchos políticos La Moncloa es una meta, el final de curso, no el inicio.
Intento lavar la cara, último intento de elevar el nivel del análisis: lo que más me preocupa es ese fatalismo al que parecemos abocados los españoles de ahora mismo: no podemos evitar el rescate, no podemos evitar el desempleo, no podemos evitar que nos arrebaten Ceuta y Melilla, no podemos evitar la decadencia como sociedad y la decrepitud como país. Al parecer no podemos evitar nada.
Pero mi interlocutor ha vuelto resuelto de su descanso estival y no me concede ni un adarme:
-Que no, que el problema no es el fatalismo sino la frivolidad de quien nos dirige. Empezando por Mariano, que continúa fumándose el puro en Moncloa.
Pero uno todavía tiene algo de buenista y prefiere no albergar sospechas de frivolidad y centrarse en el fatalismo: hay que salvar a los bancos aunque se hundan familias y empresas, hay que permanecer en el euro aunque el euro nos hunda, hay que reducir los salarios aún más aunque sean salarios de supervivencia y el bajo consumo esté forzando algo tan sencillo como la desaparición paulatina de España por envejecimiento acelerado de la población.
Pero sí, da la impresión de que se está fumando un puro.
"Vivimos en el siglo XXI". Este es el argumento más sonoro del ministro de Justicia, señor Ruiz Gallardón, para justificar la presentación de un nuevo Código Penal. Por las mismas, Gallardón podía habernos informado de que el anuncio se hacía en viernes por la tarde, otro dato fundamental.
Por otra parte, se trata de un código Penal a lo Gallardón: darle a la gente lo que la gente grita, que no tiene por qué ser lo que la gente quiere cuando se serenan los ánimos. El aborto ni tocarlo, que me pueden llamar facha. Eso queda para el remiendo del aborto por malformación. En la misma vía, la eugenesia, ligero retoque adaptado a la legislación internacional, que es pacata a la hora de proteger al disminuido psíquico de resultar capado. Y eso sí, endurece las penas contra aquellos delitos que rajan la sensibilidad del espectador. Bien está pero no es lo más importante… aunque sea muy del siglo XXI, que viene después del XX y éste después del XIX.
Y escribo todo esto en sábado por la tarde, otro dato fundamental. Lo dicho: contamos con políticos un tanto frívolos.
En la misma línea no se pierdan los alegatos de Óscar López, otro de los nuevos rostros del PSOE de Rubalcaba, no confundir con el PSOE de Carmen Chacón, ni con PSOE de Cándido Méndez, ni con el de Patxi Lopez, ni con el de Tomás Gómez. Nada que ver.
Un tipo serio este López, capaz de hilar sofisticados argumentos con los que fustigar a un tal Mariano Rajoy.
López, de lo más tieso informó a los periodistas que acudiría, "el que comparece ante ustedes" –o sea Él mismo-, a las manifestaciones sindicales del sábado para protestar contra la calamitosa política económica del Gobierno. Nada menos que "éste que comparece ante ustedes", señores de la prensa.
Y todos los españoles tomamos buena nota.
Coincidiendo con el cuadragésimo cumpleaños de SAR Letizia Ortíz Rocasolano, la Monarquía ha dado un giro copernicano a su imagen. La nueva WEB zarzuelera está representada por la foto del Rey, el príncipe heredero, y la nieta heredera. Juan Carlos I y los futuros Felipe VI y Leonor I de España.
Lo más importante, la infanta Leonor se lo estaba pasando de miedo en el posado, junto a su padre y su abuelo. El encanto de esta cría ha salvado a la Monarquía. Por favor: no me la malcríen.
Pero, naturalmente, a nadie se le escapa que esta foto es mucho más. Es la foto de los Tres Reyes, reservada exclusivamente para ellos.
No sólo ha muerto Urdangarín, también doña Letizia. A efectos dinásticos, digo. La Reina y sus hijas también han sido expulsadas del nuevo icono: ¿Ha quedado claro?
La familia real ha muerto, ahora sólo queda la Casa Real, la institución, los tres personajes que van a reinar. De la foto de portada de la web de la Zarzuela, la que se ha vendido a los súbditos, ha desaparecido SM La Reina, la futura reina consorte, doña Letizia Ortíz Rocasolano, han desaparecido las infantas, ni que decir tiene que sus esposos, los colaterales e incluso ha desaparecido la infanta Sofía.
Sólo los tres Reyes, convencidos los dos primeros de que deben sacrificar sus afectos personales –no tendría por qué ser así, pero dado donde han llegado las cosas, es así- y con una formidable sonrisa, la tercera, la niña Leonor, que, insisto, si no la estropean, será la que salve a la Monarquía borbónica española. Esa sonrisa de la infanta Leonor vale más que todos los logros de Su Majestad desde la muerte de Franco hasta aquí, logros siempre mezclados con fracasos.
En cualquier caso, la familia Real ha muerto. Ahora, sólo existe la Casa Real, la Casa de los tres Reyes, en la foto de los tres Reyes.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com